Luchar contra el desorden
P. Fernando Pascual
28-4-2024
El desorden aparece como una
amenaza en casi todos los ámbitos de la vida.
Hay desorden en las
habitaciones, en los libros, en los ficheros, en las llaves.
Hay desorden en las conversaciones,
en las lecturas, en los mensajes que llegan y salen del celular.
Hay desorden en nuestro propio
cuerpo, sobre todo cuando inicia una enfermedad que consiste, precisamente, en
la falta de orden.
Hay desorden en la calle,
entre baches y señales caóticas, con un tráfico enloquecido y con motos que se
cruzan por todos los lados imaginables.
Hay desorden en la ciudad o el
Estado, con grupos que luchan unos contra otros sin respetar las mínimas reglas
de educación cuando hay que confrontarse desde ideas diferentes.
Luchar contra el desorden
puede parecer titánico, sobre todo cuando tenemos que constatar que hay
desorden en la propia mente, en el corazón, en las decisiones que tomamos en un
mundo agobiante.
Pero no podemos vivir
tranquilos con el desorden. O, al menos, no podemos permitir que nos destruya
internamente.
Por eso, buscaré cómo ordenar
la ropa, la nevera, los libros y los ficheros.
Buscaré poner orden en los
mensajes que recibo y en las respuestas que formulo.
Buscaré dar mi granito de
arena en la calle y en la oficina, para que el caos no nos destruya y podamos
coordinarnos con un poco de respeto.
Buscaré, sobre todo, ordenar
mis ideas y emociones, para que reine esa paz que, luego, podré proyectar fuera
de mí mismo.
Porque, cuando vivimos con
orden, podemos ofrecer a otros palabras y gestos que suavicen tensiones y
promuevan una convivencia respetuosa y, en un nivel más profundo, llena de
caridad auténtica...