Lo que hago con mi vida
P. Fernando Pascual
28-4-2024
En ocasiones surgen preguntas
que tocan lo más íntimo de nuestro corazón, porque se refieren a lo que hacemos
con nuestra vida.
Las preguntas pueden estar
formuladas en pasado, en presente o en futuro. En pasado la pregunta aparece
así: ¿qué he hecho con mi vida? En presente: ¿qué estoy haciendo con mi vida?
En futuro: ¿qué voy a hacer con mi vida?
Las tres preguntas se construyen sobre un presupuesto que invita a la
responsabilidad: soy yo el que, en buena parte, decido mi existencia de cada
día.
¿Qué he hecho con mi vida? Es una pregunta que permite un balance
general sobre lo que han sido nuestras opciones del pasado.
Al responder, notaremos que ha habido opciones buenas, que nos llenan
de satisfacción. Otras opciones eran menos buenas, porque no llevaron a
resultados relevantes. Otras opciones, simplemente, fueron equivocadas, o
incluso malas.
¿Qué estoy haciendo con mi vida? Es la pregunta sobre el presente,
sobre cómo vivo ahora, sobre mi trabajo y mi tiempo libre, sobre mis amistades
y mi familia, sobre mis obligaciones y mis compromisos.
También aquí las respuestas van desde una apacible satisfacción por lo
que ahora hacemos, hasta una extraña inquietud, incluso desagrado, por algunas
decisiones y actividades de cada día.
¿Qué voy a hacer con mi vida? Es la pregunta sobre los proyectos,
sobre las decisiones para el futuro, sobre lo que quisiera y lo que realmente
quiero, sobre los cambios urgentes o sobre la necesidad de mantener en pie lo
que ahora tengo entre manos.
La vida es como un tesoro frágil, rodeada de retos, en la que se
juntan mis deseos y los deseos de otros, lo que decido y lo que me ocurre sin
que yo haya podido evitarlo.
Quisiéramos que esa vida fuera fecunda, bella, gratificante, para mí y
para quienes viven a mi lado. Quisiéramos que nos abriese al amor, un amor que
sea pleno, como el que se recibe y se ofrece a Dios.
Hoy puedo tomarme unos minutos para preguntarme sobre lo que he hecho,
lo que hago y lo que quiero hacer con mi vida.
Desde respuestas sinceras, a veces dolorosas, podré tomar decisiones
que, espero, me abran a un proyecto que tenga como origen y como meta lo que da
sentido y belleza a toda vida: el amor.