Leer la propia vida
P. Fernando Pascual
16-5-2024
Hay momentos en los que
buscamos leer la propia vida, para comprender un poco mejor cómo ha
transcurrido nuestra historia íntima.
Son momentos en los que la
mirada recorre lo que hemos experimentado en situaciones importantes del
pasado: al elegir una carrera, al optar por un trabajo, al renunciar a una
relación tóxica, al iniciar una nueva amistad, al descubrir el comienzo de una
enfermedad.
Son momentos en los que vemos
ese pasado como explicación del presente: estamos donde estamos desde esos
hechos que no podemos modificar, porque han quedado fijos en la línea del
tiempo.
Al recordar aquel viaje
susurramos en nuestro interior: ojalá nunca lo hubiéramos emprendido.
Ante la ruptura de una
relación especialmente fecunda, nos lamentamos: ojalá hubiéramos encontrado el
modo de haberla llevado adelante de forma benéfica para ambos.
Ante esa enfermedad que ha
dejado huellas imborrables, sentimos pena por no haber encontrado a tiempo un
buen médico para erradicarla desde el inicio.
Surge en ocasiones esa frase:
lo volvería a hacer. Otras veces la frase que aparece en nuestro interior es la
opuesta: si hubiera dicho “no”...
Leer la propia vida permite
adentrarnos en esas aspiraciones y sueños con los que de adolescentes y jóvenes
mirábamos hacia el futuro.
A veces descubrimos que
dejamos de lado sanos ideales y nos volvimos un poco cínicos. Otras veces, con
alegría, constatamos que supimos abandonar sueños inconsistentes para abrirnos
a proyectos sanos y solidarios.
Al leer la propia vida, nos
resulta de ayuda invocar la luz de Dios para preguntar, a quien nos hizo por
amor y nos mantiene por amor: Tú, ¿cómo lees mi vida?
Dios tiene un sueño para cada
ser humano. Al mismo tiempo, respeta misteriosamente nuestras decisiones,
aunque nos lleven hacia la ruina.
Mientras leo mi vida,
reconozco que el camino estuvo lleno de triunfos y fracasos, de penas y de
alegrías, de esperanzas y de miedos.
Luego, con sencillez, me fijo
en ese presente que ahora acaricio entre mis manos. Con él escribiré nuevas
páginas de mi vida, que espero sean bendecidas por mi Padre Dios y que sirvan
al bien de mis hermanos...