Reflexiones a las puertas de
la ética
P. Fernando Pascual
19-6-2024
La ética toca continuamente
nuestras vidas, desde las decisiones más importantes hasta las más sencillas.
Unas páginas de un libro de
Robert Spaemann (1927-2018) ilustran esta idea. Spaemann imagina a un médico que recomienda a su paciente
varios días de reposo para restablecerse lo antes posible.
El paciente acogerá lo que le
dice el médico según varias perspectivas. Una: su deseo de recuperar la salud.
Otra: una serie de compromisos que tiene con la familia o con el trabajo. Otra:
haber comprendido suficientemente la utilidad de lo que le propone el médico.
Según esas perspectivas, un
primer paciente empezará el descanso, si cree que los consejos del médico son
adecuados y si desea, de verdad, recuperarse completamente.
Otro paciente que reciba el
mismo consejo buscará alternativas, sea porque no le convence del todo lo que
le ha dicho el médico, sea porque se encuentra en una situación que le exige
seguir en pie por el bien de la familia o del trabajo.
Un tercer paciente,
sencillamente, no dará tanta importancia a su salud y actuará con la idea de
que con un poco más de sueño, pero sin tener que seguir a rajatabla lo que le
ha dicho el médico, podrá curarse.
Este sencillo ejemplo muestra
la complejidad de las decisiones y lo necesario que resulta elaborar buenas
reflexiones éticas a la hora de evaluar la bondad o maldad de lo que cada uno
decida.
La ética sirve precisamente
como ayuda para identificar qué bienes están en juego en cada situación humana,
cuáles sean las opciones claramente negativas (pecados), las indiferentes
(opcionales), y las buenas revestidas con un tinte de obligación (deberes).
En el caso del enfermo que
escucha al médico, resulta claro que la decisión depende de varios factores,
incluso de las prioridades que ese enfermo encuentra ante sus ojos. A veces
puede ser necesario no guardar reposo cuando en casa hay otro familiar más
enfermo y, por lo mismo, más necesitado.
El ejemplo del enfermo ante
las indicaciones del médico ilustra algunos aspectos que nos ponen ante las
puertas de la ética, y nos estimulan a profundizar en los motivos que llevan a
distinguir entre aquellas opciones que son buenas (incluso obligatorias) y
aquellas que son malas (que habría que evitar categóricamente).
En otras palabras, la ética no
es una disciplina abstracta, alejada de las complejas situaciones que
experimentamos cada día. Al contrario, sirve para iluminar nuestra mente a la
hora de reflexionar sobre cuál sea aquella opción que nos permita realizar el
bien en esta concreta encrucijada de la vida.
(Estas ideas están inspiradas
en el primer capítulo de la siguiente obra: Robert Spaemann,
Ética. Cuestiones fundamentales, EUNSA, Pamplona 2007).