Lo que recordamos de nuestra
infancia
P. Fernando Pascual
19-7-2024
La infancia deja huellas más o
menos profundas, algunas que duran casi toda la vida porque las recordamos con
mayor intensidad.
En el mundo antiguo, tanto
Platón como Aristóteles, entre otros, subrayaron este hecho, para luego ofrecer
ideas educativas que ayudarían a evitar malas experiencias y a promover buenos
recuerdos.
Un texto de Platón sobre este
tema resulta sorprendentemente actual: “El niño, en efecto, no es capaz de
discernir lo que es alegórico de lo que no lo es, y las impresiones que a esa
edad recibe suelen ser las más difíciles de borrar y las que menos pueden ser
cambiadas” (República 378de).
El texto se refiere a los
relatos y mitos que escuchan niños y jóvenes, pero puede valer a cualquier
experiencia: un buen paseo, una herida al tropezar por la calle, un insulto de
un familiar, una alabanza de los abuelos, una lectura.
Todo queda, de algún modo,
grabado en la mente y el corazón del niño, hasta el punto de que algunos
recuerdos e impresiones marcan profundamente el desarrollo de la propia
personalidad.
Por eso, los padres y
educadores necesitan recordar el mucho bien que pueden hacer en los niños si
actúan desde ideas sanas y con métodos adecuados.
Para Platón y Aristóteles, era
clave prestar atención al tipo de relatos que se ofrecía a los niños, porque
influyen fuertemente en sus imaginaciones y sentimientos. Ello tiene una
importancia sorprendente en nuestro mundo lleno de imágenes virtuales, que
pueden generar miedos, obsesiones, o simples errores intelectuales, en los
niños (y, no podemos negarlo, también en los adultos).
Platón propuso, en la misma República,
elaborar y ofrecer nuevos mitos, orientados a presentar con belleza la virtud y
a alejar a los educandos de vicios y engaños que generan desorden interior y
falta de disciplina.
Estas son sus palabras: “Por
ese motivo, tal vez, debe ponerse el máximo cuidado en los primeros relatos que
los niños oyen, de modo que escuchen los mitos más bellos que se hayan
compuesto en vista a la excelencia (virtud)” (República 379e).
El inmenso panorama de
novelas, películas, videos cortos y materiales varios que tenemos a
disposición, no respeta los consejos de los antiguos sobre este punto.
Por eso, resulta necesario
evaluar qué ven y qué leen los niños, en orden a evitar cualquier imágenes o
relatos que generen odios, miedos, desenfreno, avaricia y otros vicios, para
luego promover aquellos que enseñen lo hermoso que es vivir con una sana disciplina
y una actitud orientada hacia la justicia para con los demás.