Conservar verdades frente a la
amenaza de perderlas
P. Fernando Pascual
8-8-2024
El conocimiento verdadero
puede ayudarnos en muchos ámbitos de la vida. Saber cómo preparar un buen
desayuno, dónde están las llaves, qué cita tenemos para mañana: son saberes muy
concretos que nos acompañan cada día.
Existe, sin embargo, la
continua amenaza de perder verdades ya conocidas, sea por culpa del olvido, o
de un engaño, o de una reflexión equivocada que nos aparta de lo que antes
habíamos comprendido adecuadamente.
Platón había notado algunos
peligros y riesgos que pueden apartarnos de buenas convicciones. En concreto,
en un pasaje de la República, menciona varios de esos peligros: el paso
del tiempo, la llegada de un discurso que lleva a cambiar de opinión, algún
sufrimiento o pena, o el engaño (el hechizo) de algún placer o de algún temor.
Esas, y otras amenazas,
arrancan buenas convicciones que tiene el alma. Unas verdades quedan sumergidas
en las arenas movedizas de la poca memoria. Otras sufren al recibir el “encanto”
de un discurso (libro, audio, vídeo) engañador.
Hay amenazas que surgen,
simplemente, por culpa de pasiones que nos llevan a apartarnos de un buen
criterio al orientarnos a buscar un poco de placer o a rehuir algún trabajo
doloroso.
Existen diversas técnicas para
prevenir el continuo desgaste del olvido. En cambio, resulta más difícil
defendernos de un discurso engañoso o de una pasión que nos ofusca y nos
orienta a razonamientos que llegan a lo falso, incluso a lo absurdo.
Podemos, al menos, tomar
conciencia de los diferentes riesgos que pueden hacernos perder verdades
buenas, y buscar modos para consolidarlas: con ejercicios de memoria, con
lecturas de profundización, con una sana disciplina que nos aleje de pasiones
que “secuestren” nuestras mentes y nuestros corazones.
No siempre podremos resistir
ante enemigos poderosos que buscan destruir sanas convicciones basadas en la
verdad. Pero sabremos estar alerta y, si alguna vez sucumbimos a las sirenas de
un engaño, buscaremos cómo corregir el error y mejorar nuestros conocimientos
con el criterio único que nos lleva a mejoras concretas en la vida: la verdad.