Ayudar desde comentarios bien
orientados
P. Fernando Pascual
4-9-2024
El ambiente en aquella oficina
se había hecho irrespirable. El nuevo encargado de personal hacía continuos
cambios, sin tener en cuenta ni antigüedad, ni situaciones familiares, ni
personalidades.
Las quejas eran continuas. Los
empleados calificaban las diferentes decisiones como arbitrarias, injustas,
incluso contraproducentes.
La situación se prolongaba por
semanas, incluso parecía empeorar. No había señales de que las cosas podrían
encauzarse correctamente.
En medio de las críticas, un
trabajador hizo caer en la cuenta a sus compañeros que nada conseguirían
mientras hablasen entre ellos. Había que dirigirse a los “jefes de arriba” para
que conociesen lo que estaban sufriendo los trabajadores.
Situaciones como la anterior
ocurren no solo en el trabajo, sino también en la familia y en otros grupos
humanos, donde se toman decisiones que dañan a muchas personas.
Cuando ocurre lo anterior, las
críticas al vacío no sirven para nada. Hace falta armarse de valor y, con
prudencia, desde la verdad, pedir un encuentro con los dirigentes para analizar
lo que ocurre y buscar soluciones concretas.
Desde luego, hay que escuchar
siempre a la otra parte. Un encargado de personal tiene en sus manos elementos
que, según él, le justificarían para actuar de manera diferente con este o con
aquel empleado.
Pero la voz de quienes no
comprenden y sufren por decisiones que parecen arbitrarias y dañinas merece ser
escuchada. Solo entonces será posible ayudar, desde comentarios bien
orientados, a mejorar las cosas, con la mirada puesta en verdaderos principios de
justicia.
El propietario accedió con
gusto a recibir al representante de los trabajadores. Escuchó directamente sus
quejas y comprendió lo que sufrían por algunas decisiones mal pensadas.
Llegaba el momento de llamar
al encargado de personal para comprender mejor lo que estaba pasando. Luego,
con serenidad, tal vez con valentía, habría que corregir decisiones equivocadas
y escoger aquellas que promoviesen no solo una mejora productiva, sino, sobre
todo, paz y alegría entre los trabajadores.