Ser engañados
P. Fernando Pascual
16-9-2024
Nadie desea ser engañado,
sobre todo en aquellos temas que más le interesan. Así lo explicaba Platón en
unas palabras que puso en labios de Sócrates:
«Nadie está dispuesto a ser
engañado voluntariamente en lo que de sí mismo más le importa ni respecto de
las cosas que más le importan, sino que teme sobre todo ser engañado en cuanto
a eso [...] lo que menos admitiría cualquier hombre es ser engañado y estar
engañado en el alma con respecto a la realidad y, sin darse cuenta, aloja allí
la mentira y la retiene; y que esto es lo que es más detestado» (Platón, República
382ab).
San Agustín complementaba esta
idea con otra reflexión: había conocido a muchos hombres que engañaban a los
demás, pero a ninguno que quería ser engañado... (cf. Sermón 306).
Por eso nos duele tanto
constatar que alguien nos ha engañado o, algo que también ocurre, que nos hemos
engañado a nosotros mismos.
Ante la mentira del otro,
reaccionamos con cierta dureza, incluso con una pérdida de confianza: ¿cómo
puedo seguir junto a una persona que me ha mentido?
Pero luego constatamos que
nosotros mismos podemos incurrir en la mentira y engañar a otros, incluso a
familiares o amigos.
Si no queremos ser engañados,
hemos de ser coherentes y tomar un propósito firme para no engañar (ni dañar) a
otros.
Luego, cuando descubramos
algún engaño, sentiremos alivio por habernos liberado de un error, pero también
un poco de pena, si constatamos que alguien nos ha mentido.
El mundo está lleno de engaños
y mentiras, incluso sobre temas que para nosotros son de importancia vital.
Hemos de aprender a desconfiar sanamente de “noticias” que llegan sin verdadero
sustento, de personas que no desean nuestro bien y buscan enredarnos con
falsedades, y de razonamientos mal organizados que nos lleven a un autoengaño.
La tarea continua por evitar
engaños permitirá que estemos más disponibles en la búsqueda de verdades; sobre
todo, según el texto citado de Platón, respecto de aquellos temas que resultan
fundamentales para llevar una vida auténticamente buena.