Entender bien las cosas
P. Fernando Pascual
16-9-2024
Leemos con rapidez cientos de
mensajes. Creemos que entendemos los contenidos, al menos en lo esencial. Luego
nos damos cuenta de que hemos cometido errores graves de comprensión.
Así, al leer el mensaje que
nos pide un informe urgente para el lunes, pensamos que sería este lunes y nos
llenamos de angustia. Al volver sobre el mensaje, vemos que se trata del lunes
de dentro de tres semanas...
Si nos dejamos llevar por las
prisas, será frecuente que al leer algo haya malentendidos, y a veces las
consecuencias serán casi ridículas: esperamos más de 15 minutos en la sala de
reuniones sin que nadie llegue, cuando la reunión estaba prevista no a las 12,
sino a las 15...
Los malentendidos respecto de
noticias llevan a confundir cifras, fechas, hechos, protagonistas. No acusaron
de fraude al ministro de hacienda, sino que el ministro de hacienda acusó a una
empresa de estafa...
Entender bien las cosas exige
atención, calma, ver las palabras en su conjunto, fijarse en los detalles.
Cuando sea necesario, habrá que leer dos, incluso más veces, el mensaje.
Si después de un rato tenemos
dudas, hay que volver sobre el texto para refrescar la memoria o para controlar
si realmente hemos comprendido bien lo que nos pidieron.
Lo anterior vale, y mucho, en
la vida ordinaria, o ante las noticias que llegan y pasan con velocidad
incontrolada. Vale también para asuntos de mayor transcendencia, por ejemplo
cuando se trata de comprender bien la fe católica y las verdades que deben guiar
nuestra vida ética.
Un error en las cuentas puede
hacer que devolvamos 5 cuando teníamos que devolver 10. Pero un error en lo que
se refiere a los mandamientos y a las condiciones que permiten distinguir entre
pecado venial y pecado mortal pueden llevarnos a palabras o acciones que
ofendan gravemente a Dios y a los demás, sin que nos demos realmente cuenta.
Hoy leeré mensajes, escucharé
noticias, leeré varias páginas de un libro. Busco una buena concentración. Me
esfuerzo por no cortar frases con la excusa de que “ya entendí”. Analizo con
calma cada frase.
De este modo, evitaré muchos
errores (no todos: sigo siendo humano). Sobre todo, podré orientar mis
pensamientos y mis actos desde una mejor comprensión de los asuntos que tienen
más importancia para mi vida y para las vidas de quienes están a mi lado.