Ver lo que otros no ven
P. Fernando Pascual
5-10-2024
Para un miembro de la familia
era clarísimo: aquella mancha oscura en el techo era una señal de alarma. Pero
los demás no veían ningún peligro. Pensaban que se trataba solo de un poco de humedad.
Un día aquel techo se
desmoronó. Por fortuna no dañó a nadie en casa, pero quedó confirmado que la
alarma era verdadera.
En la familia, en el trabajo,
en la sociedad, hay quienes ven peligros y amenazas con claridad, mientras que
otros consideran que todo va bien, y desprecian como alarmistas a los que
afirman que hay un peligro serio.
La realidad es que hay
peligros que podemos afrontar con tiempo si abrimos los ojos y asumimos las
propias responsabilidades, para evitar desastres que luego exigen un esfuerzo
de tiempo y de medios que pudo haberse ahorrado.
Es cierto que algunas alarmas
son exageradas, que hay personas que se angustian sobre temas que no merecen
especial atención. Pero también es cierto que a veces quien grita que viene el
lobo tiene razón, y conviene prepararse a la llegada de una amenaza.
Las personas que ven lo que
otros no ven se angustian. ¿Por qué los demás están tan ciegos? ¿Por qué no se
dan cuenta del enorme peligro de un incendio en el bosque, de una revuelta
popular en un barrio, de una seria amenaza de falta de alimentos?
Hay quienes viven en una
extraña insensibilidad ante ciertas señales de peligro, como si se dejaran
hipnotizar ante la idea de que todo funciona bien y de que, si pasa algo, será
fácil arreglarlo.
Lo cierto es que hay cosas que
pasan que pudieron haberse evitado con un poco de atención y de
responsabilidad, y que por eso vale la pena analizar con calma cómo van las
cosas para tomar medidas de seguridad que ayudan a todos.
El nieto volvió a decirlo: la
abuela algún día se va a caer si dejan esa alfombra en el pasillo. No le
hicieron caso, y un día la abuela se resbaló por culpa de la alfombra y se
rompió el fémur...
Hubiera sido tan fácil hacer
caso al nieto. Como también es fácil dar un vistazo a la casa, a la oficina, a
la calle, para identificar peligros y ponerse manos a la obra para afrontarlos,
en la medida de lo posible.
No podremos prevenirlo todo:
las circunstancias son tan complejas que nadie puede abarcarlas todas. Pero al
menos tomaremos la decisión de mover la alfombra para que la abuela pueda
caminar segura por el pasillo de la casa...