La chispa de un encuentro
fecundo
P. Fernando Pascual
12-10-2024
Encontramos a muchas personas.
El trato, normalmente, se limita a un silencio respetuoso, a un saludo breve de
cortesía.
En ocasiones, ocurre algo que
enciende como una chispa: aparece un tema que nos interesa a ambos.
La conversación empieza a
fluir. Se intercambian ideas, preguntas, sugerencias de libros, reflexiones
personales.
¿Qué ha ocurrido? Ha saltado
esa chispa del interés que se convierte en el inicio de un encuentro fecundo.
Cada ser humano guarda en su
corazón temas que le apasionan, sobre los que piensa, lee, pregunta, investiga.
Si encontramos a alguien
interesado en esos temas, la chispa del encuentro suscita casi un incendio de
palabras que enciende los corazones.
Ocurre, por desgracia, que dos
personas con intereses afines, al encontrarse, solo aluden vagamente al clima,
o a la ciudad de origen, o a datos banales.
En ese caso, se desperdicia un
encuentro porque faltó ese momento que abriera los ojos para reconocer que los
dos tenían un tema en común sobre lo que habría tanto que decir.
Este día quizá solo tenga
encuentros banales, esperamos que educados, con quienes encontramos en un
autobús, una sala de espera, o la cola de una oficina administrativa.
Sería estupendo que, en
algunos momentos, surgieran encuentros vivos, significativos, que enciendan los
corazones y ayuden a iniciar un diálogo que se oriente, sencillamente, a lo que
deseamos en lo más íntimo del alma: conocer mejor la verdad de las cosas.