¡Oh! Romero

Autor:  Diácono Lorenzo Brizzio

 

 

¡Oh! Romero, tú que me preguntas:
  Él porque de mis ojos tristes.
  Él porque de mi mirar lejano.
  Él porque de mi sonrisa melancólica.
  Él porque de mi andar cansino.

Pensaras que soy triste
o que la angustia esta en mí,
que quizás tenga una gran pena
o tal vez un dolor me consuma dentro.

¡Oh! Pobre romero que llegas a mi vida,
no sabes tú, que fui peregrino en mi tierra,
que busque en la risa, en la alegría, también en el dolor,
en el tráfago, y en la felicidad, el sentido de mi vida.
Que corrí para llegar antes...,
y aun no he podido llegar a donde voy.
Que por más que escudriñé la distancia...,
solo pude ver lo que estaba frente a mí.

No sabes tú, que cruz llevan mis hombros,
y como duele mi herida por llevarla,
que no tienen mis ojos ya lagrimas,
que mis pies están cansados, y el camino continua,
que voy por él, buscando a quien dejar mi cruz,
y solo te veo a ti, Romero.

¿Pero que dices?
Que mi cruz esta mal llevada,
que debe ser clavada en suelo rocoso;
y subirme yo a ella para descansar...,
que quieres que yo te siga.
¿Pero como seguirte, si en cruz subido estoy?

¡Oh! Romero, que dulce es el mirar de tus ojos,
lo veo de ti, ahora que abro los míos.
Ellos me dan la paz que busque, la felicidad que anhele.
Veo, Romero, si ahora veo el fin del camino,
y tú me pides que te siga, me dices que ese es el camino,
pero no sé de ti, ni siquiera sé tu nombre.
¿Que dices..., que tu nombre esta en la cruz?
¡Oh! Romero, ahora veo... tu nombre: JESÚS.-