Una paloma, una flor

Autor:  Diácono Lorenzo Brizzio

 

 

Fue su ascenso raudo y avasallador, como furia natural desatada, arrastro en su andar, todo aquello que se anteponía a su meta. Al llegar a ésta, desde la cima contemplo con
orgullo su logro. Podía desde allí, casi tocar el cielo, saludar al águila en su majestuoso
vuelo. Pero veían sus enfermos ojos que aún no tenía en su poder todo lo deseado, para
su vanagloria quería ser dueño del orbe.
Para lograr su deseado fin, nada le importo, así quito de su camino a cuantos quisieron
orientarlo para su bien, y en la ceguera que produce el poder, dejo en su avance a la cumbre, a tantos, que si bien obtuvo su corona, se quedo solo.
Su padre, su madre, su esposa, y también sus hijos, sucumbieron a la vorágine de su viaje
a la cúspide, sobre cuya sólida base creció un castillo fastuoso, indigno de gobernante terreno alguno, que se preciara de justo.
Así un día llega a la ventana de su aposento en castillo, una frágil y débil paloma, queriendo quizá tener un gesto de amor, quiso ayudar a su visitante, sacudió con fuerza
la campanilla y al tintinear de la misma, solo acudió un cerrado silencio; entre sorprendido
y enojado, fue a buscar por sus propios medios, algún alimento para el ave, más solo encontró en las alacenas recubiertas de oro y plata, el vacío que da la vanidad.
Con tristeza volvió a la ventana, la paloma ya no estaba, en su lugar encontró una flor,
tomándola en sus manos, ésta se marchita, asustado la arrojo al piso, donde la flor volvió
a recuperar su lozanía, nuevamente tomo la flor, esta vez haciendo una copa con sus manos, salió al jardín, la flor seguía sana, algo lo impulso a bajar la larga escalera que llevaba al camino, al ir recorriendo los muchos escalones, la flor se cubría desde su tallo, con hojas nuevas y nuevas ramas, en las cuales aparecían pimpollos llenos de vida, cuando por fin llego al pie de la escalera, aquella flor era ya una hermosa planta.
Hoy quien pase por ese camino, vera en la cima, un lujoso castillo abandonado, símbolo
del poder y del egoísmo del hombre que pone al dinero y al poder como principio de su vida.
Junto al camino en donde comienza la escalera que lleva al castillo, vera el caminante una planta de bellas flores y a un anciano que la cuida.
Dicen que la planta es fruto de aquella flor, que junto al anciano simbolizan, la conversión
y el amor.
Cuando TÚ veas una flor, recuerda que la vida es como ella, bella y vital, si siempre se la mantiene unida a la planta.
Recuerda también que tú nunca podrás ser más que otros a pesar del poder y el oro que tengas.
Que solo serás verdaderamente rico y poderoso si permaneces unido a la raíz de esa planta
que da la Fe, la Esperanza, la Caridad: JESUCRISTO SEÑOR NUESTRO, aun cuando todo lo que tengas de valor ante los hombres sea tan solo, la vida, tesoro inapreciable que Dios regala al hombre.-

lorenzo 06/1996