Exterior de mi Interior

Autor:  Diácono Lorenzo Brizzio

 

 

¿Cuántos…, uno, cinco, veinte, o tal vez treinta…?
Solo yo y Dios lo sabemos, estaba muy despreocupada y “viviendo” la vida a la usanza moderna,
vivir ese día, ese instante, ya vendría lo después, ahora respiro, miro un cielo azul límpido de nubes, huelo el suave perfume de las flores del jardín por donde me llevan mis pies, oigo el trinar de los pájaros, cierro los ojos y ese trinar se vuelve música en mis oídos…
Más de pronto algo rompe el encanto del momento, voces altisonantes de dos personas que discuten, a la que unen las voces de un niño que llora y de una madre que rezonga por ese llanto, abro mi ojos y allí estoy en medio de un grupo de personas anónimas, sin que ellos lo sepan acaban de producir en mi un cambio.
Busco un banco me siento y comienzo a preguntarme cuantas veces he pasado por este lugar, cuantas otras me he cruzado con esas personas, y tan solo fue eso, pase pero nunca estuve allí.

De pronto mis urgencias dejaron de serlo, mis inquietudes desaparecieron, mis dolores corporales  
no fueron percibidos por mis sentidos…, fue allí donde encontré el exterior de mi interior, descubrí que uno es y tiene dos aspectos, el interior y el exterior, como así existen dos imágenes de uno mismo, una interior, que me muestra mi ego, ese ego que me dice que soy única que soy diferente a todo y a todos, que me muestra una existencia sin restricciones, cuando me digo a mi misma que soy extrovertida, mi lado positivo, o por el contrario ese ego, me dice que soy inútil, que de nada vale la vida, que mi existencia toda es un fracaso, mi lado negativo.
Mire mis manos, ellas representan mi exterior, me miro en el espejo imaginario de mi cuarto y me veo de cuerpo entero, joven, agradable, feliz… ¿feliz?..., entonces descubro la otra parte de mi ser mi exterior, pero no el físico, si no ese exterior que nunca supe descubrir, eso que hace a todos diferentes, y que llamare halo, que nos hace diferentes ante la vida, ante otros, que nos muestra diferente en medio de un parque, o de un supermercado, en un vergel o en un páramo, frente a un niño, a una madre, a un enfermo, a un anciano…, pero en especial frente al ser amado…
Descubro así que nunca supe unir mi ser exterior y mi ser interior…, me levanto nada ha cambiado a mi alrededor, allí están las flores con su perfume, los pájaros con sus trinos, el cielo azul iluminado por el sol, y ellos, esos seres anónimos porque nunca mi exterior les mostró mi interior, como quien se saca, después de un baile de disfraz, la careta, me saque la mía fría e indiferente para el mundo y estrene mi verdadero rostro, en el cual les mostraba al mundo mi interior al mostrarles mi exterior.

¿Cuando aquello ocurrió? Difícil es decirlo, además no tiene importancia, lo que si tiene importancia es que desde aquel día la vida me fue diferente, sigo teniendo los mismo problemas, trabajo, hogar, físico, espiritual, pero nada de eso me impide ser yo, pero ya no solamente mi interior, yo soy ahora exteriormente lo que interiormente, y he aprendido a vivir esforzándome para ser feliz interiormente para poder mostrar exteriormente esa felicidad.
He descubierto cuando bien les hace a otros, un saludo, un gesto de afecto, una palabra de aliento, un compartir un sentimiento, que diferente son ahora las plantas, puedo hoy en invierno tocar un árbol sin hojas y percibir que en tronco y ramas bulle la savia que generará nuevas hojas en primavera, cuanto disfruto de gorjeo de los pájaros en las ramas, o de las hojas arrastradas por el viento en otoño, o la lluvia imprevista en primavera, y lo más importante de todo es cuando más amor puedo brindar a mis seres amados, porque ya no amo por el solo sentimiento, si no que siento el amor en mi interior y con ese amor en el sentimiento amo de verdad.

Exterior de mi Interior cuanto de bueno tiene el saber que uno es eso exterior e interior, que diferente es exteriorizar lo interior cuando uno se aprecia a si mismo y se lo puede hacer saber a los demás.

Esto surge de haber descubierto la indiferencia que me rodea en un día cualquiera de mi vida y que esa indiferencia era también mi forma de vida, cuando uno descubre esa diferencia logra potenciar esa doble forma de ser y se produce el reconocimiento del EXTERIOR DE MI INTERIOR y logra vivir esa experiencia con los demás…