De las cenizas de mis pecados

Autor:  Diácono Lorenzo Brizzio

 

 

Cuando de mi vida había pasado ya el equinoccio…
tiempo de equilibrio entre lo vivido y por lo vivir,
mire un día en que el viento desnudaba a los árboles de sus hojas,
y tocando uno de aquellos troncos, rugosos y desnudo, mi vida cambio.

De aquel tronco me abrace y mirando entre sus ramas semidesnudas,
un cielo cubierto de grises nubes, que como cenizas todo lo cubrían,
y llego a aquellas ramas un pajarito de pecho amarillo, de pronto cayo abatido,
me acerque a él y lo amarillo de su pecho de rojo estaba teñido,
lo tome entre mis manos y cuando le di calor sus ojos abrió,
me miraron aquellos ojuelos con ternura tal, que los míos derramaron lágrimas,
algunas de ellas mojaron el pecho del avecilla, al instante él aleteo y de entre mis manos voló.

Aturdido por tan grande misterio de amor, volví abrazar el viejo tronco,
mire al cielo, allí estaban la nubes, entre las secas hojas, parecía que nada había cambiado…
Pero si, algo había cambiado, aquí muy dentro de mí descubrí el misterio de ese amor,
un día como aquel que era Viernes  Santo, en un tronco que se hizo cruz, Él, murió por todos,
y ese pajarillo de pecho amarillo fue para mi el regalo de la fe, él me dijo cúrame, sánate.

Mis lágrimas no fueron si no las cenizas de mis pecados, de esos por los que él murió,
el milagro de fe que Dios hizo por mí, se debió a que ese día después de pedirle perdón,
fui ante quien había ofendido y abrazándolo, como abrace al viejo tronco, llore, llore…
pero también le pedí perdón, y sane cuando aquel ser me acepto de mí, el perdón.
Ese día de las cenizas de mis pecados, Díos hizo por mí un milagro de amor.-

                                                                            lorenzo  23/03/2006