Compasión

Autor:  Diácono Lorenzo Brizzio

 

 

Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor”  (Mt. 9, 36)

Desde siempre había en mi, muy dentro de mi corazón, algo que me golpeaba el alma, nunca supe que era, si no hasta hace unos días, cuando desde un encuentro con el asesor espiritual me indica un ejercicio, allí cual luz que se enciende, descubro desde esa luz, aquello que no podía discernir…
Ello se llama compasión, cuando caminaba por la calle, mezclado entre el gentío descubría en ellos, miradas perdidas, pasos cansinos, voces perdidas…, ello producía en mí, aquella sensación, sin poder comprender que significaba en mi vida.
Hoy por gracia de Dios descubro que aquella sensación era compasión, no comprendía tampoco que significaba ello en mi vida, ni que debía hacer para que aquella sensación se transformara en algo tangible, entonces sucedió lo deseado, y ello tuvo dos tiempos, el primero encontrar el texto bíblico que inicia este relato, una vez encontrado me fue necesario un “retiro” interior para encontrar allí en ese desierto del alma a quien lo dijo: Jesús, el Señor, sin poderlo explicar con palabras solo diré que muy dentro de mí, aquellas palabras me dieron el motivo del dolor del alma mía.
Lo segundo: descubrí que aquel dolor era producido por la gente a mí alrededor, porque ellos necesitaban de Dios, y descubrí que hoy el mundo quiere vivir sin Dios, y aquellos que necesitan de Dios, al igual que aquellas personas del texto bíblico estaban perdidas y sin pastor.

Eso me trajo a la memoria aquel tiempo donde por voluntad de Dios, quede huérfano de padre, allí estuve un tiempo así, sin guía, pero Él puso en mi vida “pastores” que me condujeron a lo que soy, aquella niñez, es lo que me permitía ver en los demás sus fatigas, sus abatimientos, sin darme cuenta aquello me hacía sentir mal, y era el dolor en el alma.
Hoy al descubrir la razón de mi angustia, puedo por ello arrancarla de mí, y al igual que espina que se retira de la herida y queda esa herida libre de impurezas que le impidan sanar, sanara la herida cuando yo ponga sobre ella bálsamo de amor, mi alma necesita que ese bálsamo sane a otras heridas y así pueda yo ver rostros alegres, miradas sensibles, pasos dinámicos, voces que dialoguen…, ello será motivo de tener paz, en el alma mía.

                                                                                 lorenzo  30/07/2011