Adviento

Autor:  Diácono Lorenzo Brizzio

 

 

De los tiempos litúrgicos que componen el año mi fe: Católica Apostólica, es para mí especial, el 
Aviento: (Del lat. adventus, llegada) es el tiempo que Dios me regala cada año para que vuelva a Él mis ojos, mis pasos, mi corazón, todo mi ser. 
Es el tiempo que tengo para reflexionar con Él, como fue, que hice, o tal vez lo que no hice en este tiempo de mi vida.
Hoy haciendo una reflexión de mis actos desde la Navidad , hasta hoy, voy descubriendo que sin quererlo, pero seducido por el maligno fui construyendo un templo en mi interior, un templo tan fortificado que hoy descubro en él, la razón de ciertas cosas.
Por ejemplo la frialdad de mi oración, profunda tal vez, pero árida como el desierto, apasionada pero solo de deseo, no de amor, de profunda necesidad, pero solo de egoísmo, llena de palabras, pero vacía de contenido.
Otra cosa que descubro, porque Dios no me escucho cuando tantas cosas le pedí, hoy se que Él siempre me escucho y me escucha, quien no lo oye soy yo, porque mis oídos no aceptan sus palabras, a veces duras a causas de mis desvíos y de mis infidelidades a su amor.
Tampoco comprendía a causa del cerramiento de mi templo interior, que cuanto le pedí, para otros como para mí, le imponía a Dios mi voluntad por sobre la suya, y no supe ver que cuanto pedí Él me lo concedió según fuera su voluntad, pero yo seducido por el demonio, quien me decía sutilmente al oído, “tu pides y él no escucha tus pedidos…” culpaba a Dios.
Adviento, tiempo de espera, tiempo de mirar y revisar mi interior, cuanta gracia de Dios para un pecador como yo. Hoy sé que debo procurar volver al camino que me lleve a la gracia, para ello debo reconocerme en falta y descubrir que el templo interior fortificado con odios, rencores, vanidades, falsedades, todo ello en contra de mi prójimo, y por él, en contra de quien me ama con la fuerza total de su amor, Dios, quien para restaurarme me permite este tiempo de gracia y preparación para recibir al Amor de Dios: Jesús, quien volverá a nacer en mi corazón si logro destruir mi templo interior donde he puesto mi corazón.
Para destruir el fortificado templo interior, Dios me da la fuerza del cielo, ella llega a mí, cuando me arrodillo frente a Jesús Eucaristía, y con un corazón contrito le pido perdón, para luego ir en busca del Sacramento que me sanará, la Confesión Sacramental donde de rodillas frente a Dios, su ministro, el Sacerdote, por Él, me dará la absolución de mis pecados rectamente confesados, allí en ese instante se producirá en mí, uno de los mas grandes dones recibido de Dios, ya que Jesús Resucitado y próximo a volver al mundo en la Navidad , destruye el templo interior y me reconcilia con Dios Padre y yo lleno de gracia puedo gritar al mundo: FELIZ NAVIDAD.    

                                                                                 lorenzo  30/11/2010