Pensar

Autor:  Diácono Lorenzo Brizzio 

 

 

 

Un día cualquiera de mi vida 
a una hora indefinida que marcaba el reloj,
en un lugar impreciso donde me llevaron mis pies
de pronto sentí sobre mí, el peso inmenso de pensar...,
pensar en retrospectiva: Mi vida.

Me vi niño y viví con fruición esos instantes.
Vino a mi sosegada mente: La adolescencia.
Allí experimente la alegría de la vida,
experiencia que consiste en vivir y crecer cada día.
Cerrado los ojos en el éxtasis del momento
me vi joven, lleno de vigor y alegría,
reviví aquellos momentos felices...,
mi noviazgo, el casamiento, la dulzura de los días.

Ante tanto peso, mis piernas se doblaron,
me senté sobre el pasto fresco de la orilla de algo,
vino entonces a mí, aquel tiempo de mi vida 
en el cual deje de ser adolescente...,
para comenzar a ser hombre,
vi allí junto a mí: Mi esposa, mis hijos, mi esperanza.

Ya el sol golpea mi espalda..., ¿Tanto tiempo pasó?
Era de mañana cuando salí de casa,
el calor en mi espalda me recuerda algo: Este tiempo,
este tiempo en que vivo, diría, ya maduro...,
maduro y pleno de hechos y realidades
de toda mi vida, de momentos pletóricos
de alegrías y tristezas, de luces y sombras.

Me levanto, ya el sol le dice adiós al día.
Yo le digo adiós a mis pensamientos,
ya instalado en el hoy de mi vida,
iluminado por una  luz clara en mi interior
me permite ver que grande es el amor de Dios
porque sé que,  en cada instante de mi existencia
dulce o amargo, Él, siempre estuvo junto a mí...,
pero lo que me hace inmensamente feliz,
es haber sentido siempre su presencia junto a mí.-

                   lorenzo  30/07/1999