La Cuaresma, tiempo de cambio y de esperanza
Como en años anteriores, hoy miércoles de ceniza he asistido a misa y es
sorprendente comprobar cómo las iglesias se llenan de fieles que acuden a
escuchar: "Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás" y/o “Arrepiéntete y
cree en el Evangelio”.
Es una buena ocasión la que se nos ofrece en este tiempo de Cuaresma para
meditar el rumbo que lleva nuestra vida y obrar en consecuencia.
El dolor, el sufrimiento, el sacrificio, son valores que pueden ser buenos o malos.
Todo depende del fin al que vayan dirigidos, y de ese fin dependerá su valor. Si el
sacrificio es para alcanzar amor, es bueno, si no, es malo. Jesús, ante las insidias
que se oponen a este proyecto, se compadece de las multitudes: las defiende de los
lobos, aún a costa de su vida. Frente a los episodios de violencia que se registran
en tantas naciones, los cristianos no hemos de pagar con nuestras ofensas ni
maltratar a nadie. La solución consiste en amar más, en amar mejor, decía San
Pablo “No devolváis a nadie mal por mal: buscad hacer el bien delante de todos los
hombres. Si es posible, en lo que está de vuestra parte, vivid en paz con todos los
hombres”.
Ojalá esta Cuaresma nos sirva para abrir puertas y ventanas, que ilumine la
claridad de nuestra alma y hagamos limpieza general, lo mismo que cuando se
acerca una fiesta, limpiamos nuestras casas.
Elena Baeza Villena