Dar de beber al sediento
También en nuestro peregrinar a la Patria Celestial tenemos sed de alegría, sed de
alguien que nos escuche
Autor: José Juan Galindo, L.C. | Fuente: Virtudes y Valores
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como preparación para la Semana Santa, desarrollaremos esta campaña.
Mario, Luis y Damián viajaban entre los vagones del tren. Habían partido junto con muchos
otros desde Centro América rumbo a los Estados Unidos. El sol y el calor son intensos. El
hambre y la sed se agudizan.
Luis cree ver visiones pues junto a las vías del tren hay varias mujeres que ofrecen botellas
de agua y bolsas con comida. Son “las patronas” explicó Damián...
¿Cuántas veces hemos ofrecido un vaso de agua? No hay que irse tan lejos y ponerse al
lado de las vías del tren para poder practicar esta obra de misericordia.
Antes, obtener agua era algo costoso y aún lo sigue siendo en algunos poblados pues
había que sacarla del pozo o ir a llenar el cántaro a la fuente para así poder cubrir las
necesidades del hogar y de toda la familia.
Hoy en día es más fácil en muchos lugares, pero no en otros. Podemos dar a beber al
sediento cuando comemos en familia adelantándonos a servir el agua a los demás;
ofreciendo un poco de agua a nuestro hermano que regresa después de hacer deporte, o
simplemente dando una botella de agua a un pobre que está junto a los semáforos...
Todos necesitamos del agua para vivir, y qué satisfacción nos da el poder saciar la sed que
tenemos. Pero también en nuestro peregrinar a la Patria Celestial tenemos sed de alegría,
sed de alguien que nos escuche. Cuánto ayuda encontrar en nuestro camino a “las patronas
y los patrones” que nos dan de beber
¡Vence el mal con el bien!