El amor puede dar vida
Hace algún tiempo leí un artículo de Antonio García Fuentes, -no recuerdo su título-
, en él que explicaba la experiencia que había tenido un médico de la entrega
generosa y el verdadero amor de una madre a su hijo.
“En el quirfano acababa de entrar un nio de corta edad. Lo llevaban de una
población lejana aquejado de cirrosis hepática. La operación larga y complicada;
dos noches enteras de espera en UCI…Pero aquella madre velaba. Frío, sueo,
hambre…En ningún momento se separa de la sala de espera.
Han pasado dos días. El niño se agrava. La tensión arterial se dispara, las
constantes vitales se descontrolan…Pasa el médico por donde está la madre y por
primera vez se dirige a ella. ¿Es que usted no come ni duerme? Le responde, que
desde que su hijo ha llegado solo se interesa por él. Al decirle el médico la
gravedad del niño, le pide que al menos la deje hablar un momento con él por el
telefonillo de la UCI. El niño es sólo de meses, pero ella está convencida de que
hablándole reconocerá su voz. El médico accede. En cuanto el niño oye la voz de su
madre, comienza a sosegarse. Palabras de cariño, carantoñas que sólo él entiende,
hasta llega a cantarle una nana, la que solía cantarle por las noches para dormir
cuando se encontraba intranquilo en casa. En esos momentos la tensión se
normaliza, las constantes vitales vuelven a dar signos de recuperacin… ¿Qué
sucede? Se preguntaban el médico y el personal sanitario, que no acaban de dar
crédito a lo que están viendo. Comprobaron de nuevo el cuadro del enfermito. ¡No
hay duda! En pocos minutos todo parece normal. Pasaron unos días y el niño salió
de peligro. No lograban explicárselo”.
Lo que la ciencia no podía, lo ha podido en este caso el amor abnegado de una
madre, que sobre todo, ha confiado en Dios. Un amor abnegado, un amor que no
pide nada a cambio, es el amor que genera vida, ¡es el amor auténtico!.
Elena Baeza Villena