ENCUENTRO DOMINICAL VII
Padre Pedrojosé Ynaraja
Muchos dirían que una característica que define a nuestro tiempo es la universal
utilización de los pantalones tejanos, de las chanclas y chancletas o de los
minúsculos reproductores de música, desde los walkman, hasta los MP4. Creo yo en
cambio, que la peculiaridad es que la gente nunca tiene tiempo, o así lo afirma. El
tiempo, si es que existe, lo tenemos cada día el mismo todos, la diferencia está en
su utilización. Muchos tienen ocupado el día en actividades que creen
imprescindibles y no cambian, pese a constatar que no se sienten satisfechos, ni
felices.
Si recomendara la lectura de la última Exhortación Apostólica, obtendría esa
respuesta, por parte de la inmensa mayoría de personas, masculinas y femeninas,
jóvenes y adultos, clérigos y laicos. Un factor “negativo” del documento, es su falta
de “morbo”. Y hay gente que limita su lectura, a la prensa de esta especie o, a lo
sumo, de novelas. Creyéndose por ello expertos en todo.
Estoy comentando esta parte de la misa, que llamamos liturgia de la Palabra. Me
limitaré a copiar algunas de las frases del documento mencionado, que me
interesaron y subrayé.
En el numero 2 dice que quiere recordar la belleza y el encanto del renovado
encuentro con el Señor Jesús. Debe uno preguntarse ¿experimento este gozo? Si no
es así a qué se debe?. Numero 4 “también hoy en la Iglesia hay un Pentecostés…
un Pentecostés aún en camino Piensa uno al leer comentarios Pero ¿no vivimos los
tiempos peores? ¿No hay que tratar de perdonarle a la Iglesia sus muchos y
desvergonzados pecados?¿no va camino de convertirse en una secta?. Me choca
alegremente que recuerde en el numero 7 que la Fe cristiana no es una “religión del
Libro” (y tanto que se repite!) el cristianismo “es la religión de la Palabra de Dios”,
no de una palabra escrita y muda, sino del Verbo encarnado y vivo… la escritura ha
de ser proclamada, escuchada, leída y vivida, como Palabra de Dios.
Para no reducirme a transcribir citas, y consciente de que lo que diga molestará a
muchos, advierto que no creo que lo apropiado sea reunirse entre semana a
estudiar y comentar los textos de la misa del domingo siguiente. Debe uno acudir al
encuentro dominical, esperando la sorpresa que nos traerá la proclamación de la
Palabra. Si ya nos la sabemos de memoria y la hemos estudiado de antemano, será
superfluo volverlo a repetirla y escuchar una homilía que no nos enriquecerá. A
alguno le recordaré el episodio que cambió la vida del encantador protagonista del
“relato del peregrino ruso”. Si la Palabra de Dios no sorprende, si solo interesa, no
digo que la actitud personal sea falsa, pero sí que carecerá del encanto y belleza,
que señalaba al principio. Y si tengo una Fe muy auténtica y verdadera, pero que
no me hace feliz, será una fe muy pobre.
Recuerdo un día en Jerusalén que, antes de las 5 de la mañana, esperaba que se
abriera la puerta de la basílica del Santo Sepulcro. No estaba solo, y todavía no
había amanecido. Una monja africana se puso a bailar en silencio. Un buen gesto
para celebrar dentro del recinto la resurrección del Señor. En Roma también he sido
testigo de actitudes semejantes. No es entretenido folclore. Me dicen siempre, que
una misa en África o América Latina, puede durar más de tres horas. No sé de
donde sacan el tiempo, dirán unos. No sé porqué pierden el tiempo en cosas sin
trascendencia, seguramente contestarán ellos.
Padre Pedrojosé Ynaraja