Una carta desde Japón
La lección de un pueblo
Pbro. José Martínez Colín
Junto al el desastre ocurrido con el sismo en Japón no han
faltado actitudes positivas que nos dan una lección. Un ejemplo es
la siguiente carta que escribe una joven desde Japón.
Hola mi querida familia y amigos. Primero quiero agradecer su
preocupación por mí. Estoy conmovida… Pero estoy bendecida por
tener maravillosos amigos que me están ayudando mucho. Mi choza
ni siquiera merece llamarse así, por lo que me estoy quedando en el
hogar de unos amigos. Compartimos los abastecimientos como el
agua, el alimento y el combustible para el calentador. Dormimos
alineados en un solo cuarto, comemos a la luz de la vela,
compartimos historias. Es cálido, amistoso y hermoso. Durante el
día nos ayudamos unos a los otros a limpiar nuestros hogares. La
gente se sienta en sus autos, observando las noticias en las
pantallas de navegación o hacen fila para obtener agua potable
cuando la fuente está abierta. Si alguien tiene abastecimiento de
agua en su aguar, colocan un letrero para que la gente pueda llenar
sus jarras y cubetas.
Es impresionante, donde estoy no ha habido robos, ni filas
aglomeradas. La gente deja la puerta delantera abierta, pues es
más seguro cuando ocurre un terremoto. La gente continúa
diciendo: “así era hace aos cuando todo mundo se ayudaba uno al
otro”. Los temblores siguen ocurriendo. Anoche ocurrieron cada 15
minutos… Tuvimos agua por algunas horas en nuestros hogares
anoche… La electricidad retorn esta tarde, el gas aún no… Nadie
se ha bañado en varios días. Nos sentimos medio sucios, pero hay
preocupaciones más importantes para todos ahora. Amo esta
sensación de estarme desprendiendo de las cosas que no son
esenciales. Estoy viviendo en pleno a nivel de instinto y de intuición,
de cuidado, de lo que es necesario para sobrevivir. No solo para mí,
sino para el grupo entero…
Otros gestos inesperados con belleza al principio, es el silencio
de la noche y no hay automóviles, ni uno solo en las calles. Los
cielos por la noche están salpicados de estrellas. Normalmente solo
puedo ver dos, pero ahora el cielo entero está plagado. Las
montañas están firmes con aire gélido aquí en Sendai y podemos
ver sus siluetas contra el magnífico cielo. Los japoneses son
increíbles. Retorno a mi choza-guarida para revisarla cada día y para
enviar algunos email (si hay electricidad) y encuentro alimento y
agua dejados en la entrada. No tengo ni idea quién los deja, pero
ahí están.
Ancianos con sombreros verdes van de puerta en puerta,
verificando que todos se encuentren bien. La gente habla con
extraños preguntándoles si necesitan ayuda. No veo ningún signo
de miedo. Si de resignación, pero de miedo o pánico, no. Nos dicen
que podemos esperar temblores posteriores e incluso otros
mayores… Me siento bendecida pues en la parte de Sendai donde
vivo, está un poco elevada y un poco más slida que en otras…
Anoche el esposo de mi amiga llegó del campo, nos trajo alimento y
agua. Bendecida de nuevo… De alguna forma al experimentar los
eventos que están ocurriendo ahora en Japón, puedo sentir mi
corazón abriéndose muy ampliamente. Mi hermano me preguntó si
me sentía mínima o achicada por todo lo que ocurre. No lo estoy, al
contrario, me siento parte de algo mucho mayor que yo que está
sucediendo. Esta ola de nacimiento (global) es difícil pero magnífica.
De nuevo gracias por su cariño y amor por mí, Con amor hacia
todos, Anne.
(e-mail: articulosdog@gmail.com)