Sábado. Vigilia Pascual en la Noche Santa.
Sr. Cardenal Julio Terrazas Sandoval, CSsR
Arquidiócesis de Santa Cruz, Bolivia
La alegría de la victoria del Señor sobre la muerte y el pecado nos hace
superar los momentos difíciles que nos tocan vivir.
El Señor les dijo a las mujeres que iban corriendo a avisarle a los otros discípulos
que el sepulcro estaba vacio. ¡Alégrense!
Ayer por la mañana pude visitar un hogar de niños que normalmente viven en la
calle, pero que tienen una casa que los acoge, algunos de día, otros de noche. Esta
palabra ¡alégrense! se la siente de otra manera, se la dibuja en el rostro de esos
niños que realmente han encontrado un gesto pascual, un signo de la pascua en
ese que ellos llaman su hogar y con todo franqueza pueden hablar de los dolores,
de los sufrimientos a los que son sometidos en la calle, porque allí se cumple y se
vive esta palabra.
Esta mañana, queridos hermanos y hermanas, me ha tocado pasar toda la mañana
con nuestros hermanos los presos de palmasola, visitando todos los pabellones,
todos los rincones de la cárcel, encontrándonos con gente que a pesar de los
sufrimientos y limitaciones que se supone tiene una cárcel, podían también
expresar su alegría, su esperanza. Esta palabra la hemos meditado con ellos esta
mañana y yo les preguntaba ¿es posible que ustedes sientan algo que el Señor ha
dicho y que el pastor les repite, ¡alégrense en esta situación? ¿Sentir realmente
felicidad en esa situación? Seria la misma pregunta para quienes no estamos en
ningún hogar o para quienes no vivimos en la cárcel. Estamos en nuestras casas,
estamos en nuestros barrios, estamos en nuestra ciudad, estamos en nuestro país.
La alegría pascual, la alegría de la victoria del Señor sobre la muerte y el pecado es
una alegría que se vive, que se experimenta, es una alegría que nos hace superar
los momentos difíciles que nos toca vivir. Y sin embargo, esa es la palabra del
Señor y que esta noche nos la vuelve a repetir pero también a quienes están en sus
casas siguiendo esta vigilia pascual.
“No tener miedo de confesar que nosotros no seguimos a un cadáver,
seguimos a alguien que esta vivo”.
‘No tengan miedo’ es la expresin que utiliza aquel ángel que se apareció para
decirles a las mujeres, no tengan miedo de que el sepulcro estaba vacio. El Señor
vuelve a repetir la expresión ¡no tengan miedo! Esta es la expresión más nítida,
más clara, más contundente y más actual del Señor. Esta es la pascua, pasar de las
tristezas a la autentica alegría, pasar de la muerte a la vida, pasar de los destierros
voluntarios u obligados a la libertad autentica de los hijos de Dios. No tener miedo
de hablar de las cosas de Dios, no tener miedo de confesar que nosotros no
seguimos a un cadáver, seguimos a alguien que esta vivo, alguien que nos habla,
alguien que nos sale para reanimarnos en el camino, para hacernos mas fuertes en
la fe, para hacernos mas convencidos que solamente con el Señor nosotros
podemos convertirnos en testigos de la vida. Ese es el mensaje del evangelio que
no lo podemos olvidar y que tenemos que reflexionarlo no solo esta noche, mañana
todo el día y todo los días de nuestra vida porque todos los días de nuestra vida
vamos a sentir esa cercanía de este Dios que nos conoce, que sabe cuales son
nuestras debilidades pero que se acerca para que nosotros también podamos
reconocerlo a El.
Podemos resumir la alegría de la pascua con esta expresión del Señor y con este
mandato que nos da ‘no tengan miedo‘no podemos silenciar la voz del Dios de la
vida, no podemos enmudecer ante los acontecimientos de tristeza, dolor o de
muerte.
Tenemos que ser capaces de mirar con la mirada del padre a ese hijo que entrego
su vida por nosotros pero que El lo resucito y le dio como misión acompañarnos,
guiarnos, hablarnos, mostrarnos realmente que no estamos viviendo en un sepulcro
vacio, sino estamos viviendo para sembrar vida y vida abundante para todos los
hermanos.
El resucitado ilumina y termina con todas las tinieblas. A nosotros
hermanos nos toca también dejarnos iluminar
Quienes hemos participado del inicio de esta vigilia podemos ver el signo de la luz,
ese fuego que arde y que sirve para encender el cirio, el cirio como expresión de
esa luz de Cristo. El resucitado ilumina y termina con todas las tinieblas. A nosotros
hermanos nos toca también dejarnos iluminar. El Santo Padre esta noche en la
vigilia en roma insistía en esto, tenemos que dejarnos iluminar porque Cristo es la
luz, esa luz que es capaz de llegar a todos los rincones donde quieren reinar las
oscuridades o tinieblas.
Nos hemos acordado de la historia de la salvación, con atención hemos seguido los
relatos bíblicos que la Iglesia nos ofrece para nuestra meditación esta noche,
hemos vuelto a recordar el gesto extraordinario de nuestro Dios que ha creado todo
para nosotros y que nos ha creado también a nosotros. La pena es que nosotros
echamos a perder esa armonía que el Señor había puesto en la creación. Pero
también el Señor inmediatamente nos va a ser pasar por la promesa, por el
llamado, por todos los consejos que da a su pueblo ‘busque al Seor mientras
puedan hacerlo, mientras el este presente, yo les voy a dar un corazón nuevo, les
voy a arrancar ese corazón de piedra, ustedes van a tener algo nuevo’. La novedad
de la pascua y la alegría de Pablo que habla con la Iglesia de Roma. Nosotros
hemos muerto al pecado con la muerte de Cristo, hemos sido crucificados con El,
pero también tenemos que estar ciertos que con El estamos resucitando cada día.
La verdadera y autentica alegría de la pascua es volcar el corazón para
ayudar.
Mas alegría que esta mis hermanos creo que no la vamos a encontrar, pero quiero
que esta alegría llegue a todos ustedes, a toda nuestra Iglesia en Bolivia y a
nuestra Iglesia particular de Santa Cruz ¡la alegría de la pascua! no la del fanático
que grita sin saber porque grita, no de aquel que huye de la realidad sino aquellos
que enfrentan realidades dolorosas, no de aquellos que se encierran en su
individualismo sino que son capaces de volcar el corazón para ayudar a los miles de
niños que están en la calle sufriendo, a los miles de presos que están abandonados
allá en la cárcel y que esperan también de nosotros no solo discursos hechos sino
signos de verdadera y autentica comunicación de la vida.
Hermanos y hermanas que la pascua del Señor llene sus corazones, llegue esta paz
a sus familias, a sus comunidades y exprésense con un abrazo de hermanos que
vale la pena seguir a un Dios que venció la muerte y que vive y camina con
nosotros. Amen.