PLULARISMO EN LA IGLESIA II
Padre Pedrojosé Ynaraja
Continuo divagando por los mismos derroteros: es decir que m más alarmante que la división de los
cristianos, es la desunión de los católicos. El jardín de la Santa Madre Iglesia es adornado por
diversas flores, por diferentes bellos rincones. Esta temporada parece que se ha puesto de moda
fijarse en los espacios donde se arrinconan las basuras y donde se esconden los brotes viejos y
secos consecuencia de la poda. Ahora bien si ambas cosas son desagradables no eliminan la
belleza que acumula. Recordaba antes a los mártires, a los misioneros y a los contemplativos.
Tengo la impresión de que la tan traída y llevada cuestión de los pederastas han alterado su
testimonio.
Si hubo un tiempo de importancia monacal, otro de los mendicantes, mas tarde de los
contrareformadores, educadores y acogida de desamparados. Sin dejar de ser importantes, ni dejar
de existir, u nuestra actualidad religiosa se la podría definir como la de los nuevos movimientos y
comunidades.
Siendo fruto del mismo Espíritu se da un fenómeno que aunque parezca insignificante, tiene
consecuencias peculiares. Estoy pensando en la ausencia de “uniformes”. Parece una tontería y no
seré yo quien condene esta peculiaridad. Dije un día que ni me pondría sotana, ni luciría corbata.
)Estoy convencido de ello sin que me preste a defenderlo derramando ni una gotita de sangre). Tal
criterio me exige, según lo entiendo, a llevar una vida provocativamente cristiana y estar siempre
dispuesto a dar razón de mi esperanza, como pide la epístola de Pedro. (IPe 3,15). Pero no todos
piensan así, ni lo practican, allá ellos. Vuelvo a la “antigua usanza”. Uno viajaba, transitaba, entraba
en una iglesia… al encontrarse con una persona con su hábito correspondiente sabía a qué
atenerse. Recuerdo, entre otras cosas, que era costumbre saludarnos, aunque solo fuera con una
leve inclinación de la cabeza. En la preciosa novela de Kipling “El Libro de las tierras vírgenes” en
los relatos que se refieren a las aventuras de Mowgli entre los de la manada del Saone, dice en
cuanto se divisaban, de inmediato se decían: “tú y yo somos de la misma sangre” y desde aquel
momento había entre ellos concordia y hasta mutua ayuda. Lamento constatar que en el terreno en
que estaba divagando, en el de la relación entre las diferentes vocaciones, comúnmente no ocurre
así. Pongo un ejemplo. Pocas horas después de haber escrito las primeras líneas, subía
acompañado, a la preciosa montañita de Tagamanentl. Me habían facilitado, generosa y
confiadamente, las llaves del recinto (antiguo castillo y parroquia). Por allí estaba un grupo de
chicos acompañado de sus monitores, pensé que les gustaría conocer el interior y después de
saludarlos les dije que era el párroco de aquel territorio, que quien me acompañaba, era el
arquitecto de la Basílica de la Sagrada Familia y otro arquitecto colaborador, que les ofrecía la
posibilidad de entrar y ver el edificio por dentro. Los chavales aceptaron muy gustosos, pero sin, por
parte de los monitores, darse a conocer. Este secretismo muy frecuente en los “inventos” actuales a
los que me refería, siempre me mosquea. Habían dado muestras de que ellos también eran
cristianos, pero ocultaban su identidad. Finalmente acosados por mis preguntas insistentes,
declararon su identidad.
Cada “invento” tiene su carisma propio, lo acepto totalmente, pero las normas evangélicas, son
exigentes para todos.
Me irrita que se comente, favorable o negativamente, a próceres cristianos, fundadores o miembros
de la jerarquía y que constate que, al margen de su proceder, descuiden deberes elementales
cristianos. Estoy recordando aquello de san Pablo: sed agradecidos (Col 3,15) o lo de Jesús: lo que
supisteis en secreto, predicadlo desde los tejados (Mt 10,27). Y por muy reconocidos que sean los
tales grupos por la jerarquía, no dejaré de pensar que se manejen con métodos sectarios
Padre Pedrojosé Ynaraja