“Tenéis que nacer de nuevo” (Jn 3,7)
Felipe Santos, SDB
Nicodemo, un hombre importante de su tiempo,
busca que Jesús encaje en sus esquemas. Pero lo
busca de noche. Jesús cambia radicalmente el
planteamiento de este buscador de sí mismo. El
reino que Jesús trae requiere espacios nuevos,
nuevo corazón. Aunque seas de aquí o de allá,
ejercítate en ser una persona sin fronteras. Haz
como los pájaros, que cruzan sin rubor toda verja y
cantan su canción en todo paisaje.
Espíritu, Santo, alfarero de la nueva humanidad.
Pongo mi barro en tus manos. Hazme de nuevo.
La Resurrección de Jesús pone en entredicho el orden de
cosas, el status quo vigente, haciéndolo tambalear y
haciendo renacer un nuevo ser humano, y por ende un
nuevo orden. He aquí el gran desafío para el cristiano,
porque es precisamente a través de personas abiertas a
ese influjo como opera la fuerza renovadora de la
resurrección.
A eso apunta el diálogo entre Jesús y Nicodemo. Si no hay
disposición personal para permitir esa fuerza renovadora, y
si no hay interés por ponerse al servicio de esa re-creación,
el acontecimiento de la Resurrección no tiene efectos
concretos. Es muy significativa la aclaración que hace el
evangelista: “Es de noche”, y también la calidad del
personaje: Es un personaje principal de Israel; a lo largo del
diálogo, Jesús afirma “tú eres maestro de Israel…”. La
noche es en el evangelio de Juan, símbolo de oscuridad. Y
bien, Nicodemo, aunque es Maestro, no ve con claridad el
camino y por eso recurre a Jesús; él está convencido de
que Jesús puede iluminar su camino, pues “si no viniese de
parte de Dios, no podría enseñar ni hacer semejantes
signos”.