La historia de un buen árbol
Saber ser agradecidos
Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
En ocasiones solemos acudir a las personas solo cuando
tenemos una necesidad. Hemos de pensar que la persona tiene tal
valor que merece ser amada por sí misma y no por el bien que me
pueda reportar.
2) Para pensar
Es la historia de un enorme árbol de manzanas. Un pequeño
niño lo amaba mucho y todos los días jugaba con él. Trepaba al
árbol y él le daba sombra. El amaba al árbol y el árbol amaba al
niño.
Pasó el tiempo y el pequeño niño creció y nunca más volvió a
jugar con el árbol.
Un día el muchacho regresó y escuchó que el árbol le dijo
triste: "¿Vienes a jugar conmigo?", pero el muchacho contestó: "Ya
no soy el niño de antes que jugaba con árboles. Lo que ahora
quiero son juguetes y necesito dinero para comprarlos".
"Lo siento, dijo el árbol, pero no tengo dinero... Si quieres
toma todas mis manzanas y véndelas. Así obtendrás el dinero para
tus juguetes".
El muchacho se sintió muy feliz. Tomó todas las manzanas y
obtuvo el dinero para sus juguetes, entonces el árbol volvió a ser
feliz.
Pero el muchacho ya no regresó después de obtener el dinero
y el árbol volvió a estar triste.
Tiempo después, el muchacho regresó y el árbol se puso feliz
y le preguntó: "¿Vienes a jugar conmigo?"
"No tengo tiempo para jugar. Debo de trabajar pues necesito
una casa para mi esposa e hijos… ¿me puedes ayudar?”
"No tengo una casa, pero... si quieres corta mis ramas y
construye tu casa". El joven las cortó y esto hizo feliz nuevamente al
árbol, pero el joven nunca más volvió y el árbol volvió a estar triste
y solitario.
Cierto día, el hombre regresó y el árbol estaba encantado.
"¿Vienes a jugar conmigo?” le preguntó el árbol.
El hombre contestó: "Estoy triste y volviéndome viejo. Quiero
un bote para navegar y descansar. ¿Puedes darme uno?".
El árbol le contestó: "Usa mi tronco para que puedas construir
uno y así puedas navegar y ser feliz".
El hombre cortó el tronco y construyó su bote. Luego se fue a
navegar. Esto sin duda, hizo feliz nuevamente al árbol, pero el
hombre, ya adulto, no regresó desde esa vez, y el árbol volvió a
estar triste y solitario.
Finalmente el hombre regresó después de muchos años y el
árbol le dijo: "Lo siento mucho, pero ya no tenga nada que darte".
El hombre replicó "Ya estoy viejo, no tengo fuerza ni para comer ni
para jugar...".
Entonces el árbol con las lágrimas brotándole le dijo, “Ahora
ya no puedo darte nada... la única cosa que me queda son mis
raíces muertas".
El hombre contestó: "Yo no necesito mucho ahora, solo un
lugar para descansar. Estoy tan cansado después de tantos años".
"Bueno, resumió el árbol, las viejas raíces de un árbol, son el
mejor lugar para recostarse y descansar. Ven, siéntate conmigo y
descansa". El hombre se sentó junto al árbol y éste feliz y contento,
sonrió con lágrimas.
3) Para vivir
Esta historia puede parecernos triste y hasta cruel, pero lo
sorprendente es que puede ser la historia de cada uno de nosotros.
El árbol representa a nuestros padres. Cuando somos niños, los
amamos y jugamos con papá y mamá... Cuando crecemos los
dejamos... y sólo regresamos a ellos cuando los necesitamos o
estamos en problemas.
Vivamos agradecidos, especialmente con nuestros padres o
con Dios mismo, amándolos por lo que son, no por lo que podemos
obtener de ellos.
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