Hombre Nuevo
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José Manuel, L.C.
La incineración
Cada día es más común incinerar a los muertos, pero el qué hacer con las
cenizas parece que no está tan claro por los ritos u ocurrencias que se van
presentando. Hay quienes esparcen las cenizas en el jardín de la casa, otros las
avientan al mar o las lanzan al viento desde lo alto de una montaña. ¿Qué
hacer con las cenizas? Los restos mortales, ya se trate del cadáver como de las
cenizas, no son un desecho, sino que son objeto de respeto porque fueron los
restos de una persona. No se pueden recurrir a ninguna práctica que lo profane
o denigre. El lugar donde deben reposar debe ser el camposanto o en la cripta
de alguna iglesia. El Estado debe tratar con dignidad los restos de las personas
anónimas y el capellán del cementerio municipal debe orar por ellos y ofrecer
sufragios por sus almas. Esto también se aplica a los niños que nacen muertos
o a los fetos abortados cuando ya poseen un tamaño discreto. Las prácticas no
obedecen a criterios de higiene o de estética, sino al respeto que merece el
cuerpo por haber sido creado a imagen de Dios. La Iglesia permite la
incineración cuando con ella no se cuestiona la fe en la resurrección del
cuerpo (CIC 2301).
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