Solemnidad. Domingo de Pentecostés
Sr. Cardenal Julio Terrazas Sandoval, CSsR
Arquidiócesis de Santa Cruz, Bolivia
Muy amados hermanos y hermanas:
Los que están presentes en esta casa del Señor, los que están en sus hogares, los
que de una u otra manera sienten el saludo del Seor “La Paz este con
ustedes”. Saludarnos con esas palabras del Señor significa comprometernos
con una paz que lleve a la vida y no una paz que se convierta en un silencioso
cementerio.
“La paz este con ustedes” dice el Seor resucitado a sus discípulos y les muestra
que El no vine a echar un discurso vano, sino a que ellos puedan experimentar que
la muerte y el sufrimiento han sido vencidos por la vida y la resurrección. Esto es la
paz que causa alegría, ver al Señor, mirar sus llagas, pero captarlo también vivo y
hablando como un amigo.
“Reciban el espíritu Santo” Así como el Padre me ha enviado yo los envío también a
ustedes” otra dimensin del Seor, otra dimensin de nuestra celebracin que tiene
hoy que hacerse nuevamente vida en medio de nosotros.
“Vayan por todo el mundo” que si quieren paz hay que borrar el pecado del
mundo, hay que quitar el pecado de nuestros corazones, todo aquello que
es egoísmo, todo aquello que nos hace perseguir al hermano, todo aquello
que es discordia tiene que desaparecer para que haya una paz verdadera.
“Ustedes vayan, perdonen los pecados a aquello que quieren ser perdonados y no
lo hagan así con aquellos que no deseen ni el perdn ni la reconciliacin” esta es la
manera como el evangelista Juan nos presenta el envío de los discípulos después
de haber recibido el Espíritu Santo. Pero en el libro de los hechos podemos nosotros
entrar en esa dimensión de cambio, en esa dimensión de transformación que nos
trae el espíritu. Los discípulos también están reunidos esperando el momento en
que se cumpla la promesa del Señor de enviarnos su espíritu. Ahí están reunidos
todos, María la virgen también y todos aquellos que habían aceptado la palabra del
Señor, esperaban este día, el día de pentecostés, este día tan extraordinario que
concitaba la atención de muchísima gente porque era también el día en que los
Judios celebraban la Pascua que se hizo alianza en el monte Sinaí. Eso lo festejaban
cada año y cada año participaban peregrinos de todo el mundo.
El espíritu es capaz de transformar al hombre, a la persona humana, a las
instituciones, a los pueblos, para que podamos comprendernos.
En esa circunstancia es que estando los discípulos en esa casa, en esa sala. Sienten
primero un viento impetuoso, Juan dice un ´soplo`. Aquí llega la fuerza del espíritu
en esa figura extraordinaria de un viento que quiere cambiar totalmente los oídos,
la manera de escuchar. Que sepan escuchar esa palabra, palabra de vida que es
como el viento impetuoso que borra todo lo que se opone a su presencia en
nuestras vidas.
El Señor está preparando el momento. Primero un viento, después aparecen unas
lenguas como de fuego que se posan sobre cada uno de ellos. Otra imagen que nos
hace comprender la presencia del espíritu. Es un fuego de amor, es un fuego
que va a quemar todo aquello que se opone al plan de nuestro Dios, es un
fuego capaz de transformarnos, es un fuego capaz de hacer que se
encienda la luz de la verdad, que se encienda la luz de la vida, que se
encienda la luz de la justicia, de la paz, del amor, de la comunión entre
todos.
Y en ese momento se produce el Pentecostés para los discípulos, ellos se llenan del
espíritu Santo. No dicen miraron al espíritu, ellos se llenan porque el espíritu
Santo es la fuerza del amor del Padre, el Padre llega como un torrente para
posarse y para quedarse en los recipientes humildes de los apóstoles, de la virgen,
de los discípulos ¡para llenarnos! Aquí sucede el Pentecostés. El viento y el fuego
han preparado el ambiente para saber que algo extraordinario iba a acontecer; la
Pascua del Señor se hace vida en la vida de los discípulos, se hace concreta, se
hace palpable. Ya no puede haber lugar a dudas. Esta presencia del Señor los
transforma, los cambia, comienzan a hablar en lenguas y todos entendían.
Primer fruto del espíritu y eso quisiéramos que acontezca también hoy, es la
capacidad de transformar al hombre, a la persona humana, a las instituciones, a los
pueblos, para que podamos comprendernos, para que podamos hablar solo lo que
Dios nos pide que hablemos, hablaban entre ellos solo aquello que les permitía el
espíritu, no hablaban discursos inútiles, no hablaban palabras que no se entendían,
hablaban algo que les llevaba a comprender que ya no eran los mismos, que algo
había cambiado, que se cumplía la promesa del maestro “les voy a mandar otro
consolador, él los va cambiar, él los va a hacer realmente fieles a la palabra de vida
que yo he pronunciado.
La fuerza del espíritu es para congregar, para romper los egoísmos y los
individualismos inútiles
Eso sucede dentro del Cenáculo, dentro de la casa. Pero ¿qué sucede afuera? Hay
una cantidad de gente que se ha reunido porque han escuchado el ruido impetuoso
del viento, porque han visto algo extraordinario, se han congregado de todos los
pueblos. Yo creo que si ustedes han captado bien la primera lectura allí se ha hecho
una enumeración de todos los lugares, eran los peregrinos que venían de uno y
otro lugar, que hablaban su propia lengua y que cuando escucharon hablar a los
apóstoles quedaron admirados y se preguntaron que cómo era posible que ese
grupo de Galileos tan humildes, tan sencillos les hablaran a todos ellos y ellos
entendieran que les estaban hablando en su propia lengua.
La fuerza del espíritu, la palabra que viene del espíritu es para congregar, es para
poder tener juntos a los que se habían dispersados, es para romper los egoísmos y
los individualismos inútiles, es para comunicarse aun hablando lenguas distintas,
comprender la lengua de Dios. Esa lengua que habla de la vida, del respeto a la
persona, de la salvación de cada uno. Esa palabra que levanta, que hace resucitar
aún a los muertos.
La gente estaba admirada porque escuchaba que aquellos hombres hablaban de las
maravillas de Dios. No era otro discurso. Hablar de un Dios que presente en la
historia quiere cambiar la historia, hablaban de un Dios que respeta el pluralismo,
la diversidad de lenguas pero que pide que nos entendamos por lo menos con el
lenguaje del amor. El espíritu transforma a las personas, pero también
transforma las relaciones entre los pueblos. Buscar lo que une, dejar de
lado todo aquello que separa, que divide, que condena. Ahí está la venida
del Espíritu Santo.
Alguna vez también lo hemos escuchado cuando se nos hablaba de la torre de
Babel, también la gente hablaba muchas lenguas pero no se entendían, no se
comprendían, cada uno se encerraba en sus propios proyectos y visiones, cada uno
se aferraba a su propio proyecto y no compartía con el otro. Quisieron hacer una
torre para inmortalizarse, para que todo el mundo diga que entre todos ellos habían
construido esta torre, pero no fue una construcción para la vida, fue una
construcción para la destrucción de esa gente porque los egoísmos nunca quedan
sin tener sus consecuencias. Vivian hablando pero no vivían unidos, vivían
construyendo algo externo pero no construían algo de la vida en sus
propias vidas. Desaprovecharon la oportunidad de hacer algo que
construya según el proyecto de Dios.
Aquí están los pueblos en Pentecostés, hablando cada uno su lengua pero
entendiéndose, tratando de captar cual era ese proyecto del que hablaban los
apóstoles, tratando de comprender qué significa la presencia de un Dios que vino,
que resucitó, que subió al cielo y que va venir por segunda vez. Comprender que
con la llegada del espíritu han recibido la palabra definitiva de amor de nuestro
Padre y de nuestro hermano Jesús.
Una vez más la iniciativa de llegar a nosotros viene de Dios enviándonos su
Espíritu Santo.
Los discípulos vieron que las lenguas caían del cielo, de arriba dice. Una vez más
tenemos que tenerlo seguro y tenemos que estar felices de eso, porque la iniciativa
de llegar hacia nosotros viene de Dios, no es algo que nosotros tengamos que
merecerlo, trabajarlo y llegar a través de nuestro egoísmo a creernos Dioses y a
suplantar a Dios. Es Dios, es Él el que nos manda su amor, lo que nos une es
su amor. Por eso nosotros hacemos caso a lo que nos dice Pablo: “ninguno de
nosotros puede pronunciar el nombre de Jesús sino es movido por el espíritu. Y de
eso se trata en Pentecostés, que seamos capaces de captar el amor del Padre, el
cumplimiento de la promesa del hijo y la presencia de ese amor en medio de
nosotros. Pero para eso tenemos que hablar de lo que le interesa a nuestro Dios.
Aquellos pueblos reunidos allí, aquella gente escuchaba hablar de las maravillas de
Dios, de la presencia de Dios, de la transformación que Dios estaba haciendo en su
pueblo, en el corazn de cada uno de los discípulos. No salieron a decir ellos “ahora
vamos a buscarnos un Dios” no salieron a decir “vamos a construir una torre y le
vamos a poner el nombre que a nosotros nos guste”. Hablaban de las maravillas de
Dios, ese Dios que para nosotros y para el pueblo de Israel, tiene un nombre, es
Padre, es hijo y es Espíritu Santo. No podemos levantar monumentos con
otras finalidades, no podemos hablar de Dios si arriba vamos a colocar los
Dioses falsos, los ídolos nuevos. Aquellos que no reconocen la presencia
del Dios de la vida y que se pasan buscando momentos siempre para
destruir a los demás.
La unidad es la que brota del corazón y jamás es fruto de una persecución
de cualquier clase.
Pentecostés nos da la vida, pero esa vida tenemos que vivirla en unidad y
en armonía. Pablo recuerda a su comunidad. Unos son servidores, otros tiene que
hablar, otros tiene que hacer este oficio. Es el espíritu el que da la unidad, no el
chicote, no la amenaza, no la multiplicación de leyes que van coartando las
libertades, no va por allá el espíritu del Señor, el espíritu de Dios. La unidad es la
que brota del corazón y jamás es fruto de una persecución de cualquier clase.
Hermanos, si celebramos Pentecostés con esta adhesión total, con este aferrarnos
totalmente a la transformación que nos trae el espíritu, entonces nuestra presencia
en el mundo será una presencia que busca siempre que se cumpla el proyecto de
Dios, que es capaz de decir que lo que hacen los hombres está muy bien pero
cuando falta aquello que es vital: la comprensión, el espíritu de hermanos, la paz,
la tranquilidad, la alegría, la esperanza porque el espíritu nos trae la fuerza
para renovar la esperanza, porque el espíritu es capaz de exterminar los
odios si es que nosotros nos ponemos a disposición de eso, porque el espíritu
es capaz de revelarnos la verdad para que la mentira no nos esté sofocando.
Dejemos que el espíritu actúe , pongámonos a su disposición y demostremos con
nuestro testimonio, que estamos de acuerdo con la pluralidad de los pueblos pero
nosotros buscamos la unidad en el amor, en la verdad, en la justica y en la libertad.
Amen.
Santa Cruz 12 de Junio