JUSTICIA SOCIAL
Hace poco releía una entrevista al Prelado Javier Echevarría, en la que afirma : “Una
buena formación intelectual, profesional, espiritual, ética, ayuda a inventar o
descubrir mil formas de ejercitar la justicia en el trabajo ordinario y en todas las
relaciones entre los hombres. Como obispo, considero esta tarea un reto pastoral
apasionante”.
Por eso los cristianos, no podemos eludir jamás el compromiso personal en defensa
de la justicia, de modo particular en aquellas manifestaciones más relacionadas con
los derechos fundamentales de la persona: el derecho a la vida, al trabajo, a la
educación, a la buena fama…En su libro Amigos de Dios, San Josemaría
deja escrito : “Hemos de sostener el derecho de todos los hombres a vivir, a poseer
lo necesario para llevar una existencia digna, a trabajar y a descansar, a elegir
estado, a formar un hogar, a traer hijos al mundo dentro del matrimonio y poder
educarlos, a acceder a la cultura, a asociarse con los demás ciudadanos para
alcanzar fines lícitos, y, en primer término, a conocer y amar a Dios con plena
libertad”.
Hay una frase que solía repetir: “¡Todos somos iguales!” Cada uno de vosotros
valemos lo mismo, valemos la sangre de Cristo”. En una ocasión se dirigía a un
grupo de mujeres que estaban al frente de Montefalco, una labor social del Opus
Dei en México, y les decía: “Hay que intensificar las labores con obreras y
campesinas. Hemos de ayudarles a que adquieran la cultura necesaria para que
puedan sacar de su trabajo más fruto material y lleguen a mantener la familia con
mayor desahogo y dignidad. Para eso, no hay que hundir a los que están arriba…
¡pero no es justo que haya familias que estén siempre abajo!”. Es un horizonte
claro de su concepto de la justicia social. Lo ha escrito y predicado siempre: “la
solución no es que no haya ricos, sino que no haya pobres”.
No es casualidad que una de las homilías más conocidas de San Josemaría se titule
“Amar al mundo apasionadamente” y que en sus escritos y vídeos se
pueda apreciar su inquietud por promover una mayor justicia social a través de
colegios, universidades, centros de estudios, clubes juveniles, dispensarios
médicos, residencias de estudiantes, centros de formación profesional, etc.
Además, la justicia social no está circunscrita a las actividades de carácter
asistencial, ni a un tipo de países, ni a determinados grupos de individuos. La
justicia abarca todas las relaciones entre los hombres.
Por ese motivo, representará siempre una misión fundamental, de hombres y
mujeres que vivan su fe de forma coherente en todas las profesiones: empresarios
y trabajadores, políticos, maestros, funcionarios, abogados,... Nadie está exento de
dicha responsabilidad.
Elena Baeza Villena