MONITORIZADO
Padre Pedrojosé Ynaraja
Antes, pero no hace muchos años de ello, la evolución personal tenía señales
exteriores. El chico llevaba pantalón corto hasta una cierta edad, le sucedía después
la etapa la del pantalón bombacho o de golf, para quedar fijado definitivamente en
el pantalón largo. Alterar este proceso no era fácil. Un chiquillo con pantalón largo
podía parecer un payaso y un joven con corto, considerársele indecente. Era una de
las cosas que molestaba a gente bien pensante, respecto al pantalón corto del
uniforme scout. La manera de vestir condicionaba a su vez. El uniforme militar del
soldado, le permitía perder su identidad conocida en su población y comportarse
incorrectamente donde nadie sabía quien era.
Las chicas, generalmente, se mantenían al margen de los chavales. Veían al chico
con una cierta indiferencia, hasta sentían una cierta hostilidad, que era
precisamente el preámbulo del inicio del enamoramiento. Un sentimiento ingenuo,
que sólo las íntimas amigas conocían. Pronto, pandillas de unos y otros empezarían
a relacionarse. En el caso femenino, exteriormente, se manifestaba su mudanza,
más que por los cambios anatómicos, que, evidentemente, se daban, por la
evolución del vestido. Calcetines, medias, casi invisible maquillaje y cierto atuendo
propio de cada avance. Lo que nunca se hubiera imaginado entonces es la
equivalencia de la indumentaria respecto a una adulta. Hubiera sido inimaginable
un anuncio que conservo, de una prestigiosa empresa de confección, en que bajo
dos atractivas figuras, decía a la madre: vístete como tu hija. Y es que ahora no es
insólito que ambas compartan indumentaria.
Explico esto, que puede sonar a épocas de represión, oscurantistas y anuladoras de
personalidad, para recordar que estas costumbres conducían y vigorizaban el
progreso de la juventud por la vida social.
Recordar estas cosas, no es “políticamente correcto”, sin embargo en campos
paralelos se aceptan estas pautas. Se dice que una persona tiene controlada la
evolución de sus achaques o que en la UCI, el paciente está monitorizado. O que la
evolución de cada hijo, sigue las pautas recomendadas por el sicólogo.
El juego, vuelvo a la semana pasada, era una realidad espontanea e incuestionable.
A la pelota en los recreos, sin pinta de campeonatos, entre condiscípulos o fuera,
con los del barrio de múltiples maneras. Practicarlo, adiestraba para tomarse con
ilusión los proyectos de vida futura. Venían después las aficiones. Coleccionismo de
sellos o de minerales (en realidad casi siempre eran prosaicas piedras). Los
experimentos de química, entre los que nunca faltaba la fabricación de pólvora.
Algunos nos atrevíamos a adentrarnos en el terreno de la fotografía. Recuerdo
perfectamente el primer revelado de un carrete a los 14 años, en un cuarto de
baño. Posteriormente se abandonaban también los “juegos de indios” para
adentrarse en la aventura de la vida. No estoy pensando en juegos de rol. Una tal
trayectoria nos llevaba a ser “seriamente felices”. Las lenguas romances tienen una
palabra maravillosa que el castellano ignora. En catalán joia, en francés, joie, en
italiano gioia, etc. Correspondería en español, al júbilo de los místicos. Es también
el alemán freude, palabra que significa mucho más que alegría, pese a que así se
traduce (pienso en la letra de la coral de la 9ª de Beethoven). Este era mi estado
de ánimo al recoger, a los 17 años, mi certificado de bachiller.
Con este bagaje humano, enriquecido por la educación cristiana, familiar, escolar y
catequética, se llegaba a las puertas del matrimonio, que no se franqueaban
irresponsable y frívolamente. La boda no es un juego infantil, como
lamentablemente ocurre, ni una fiesta para convidar a amistades y compromisos
sociales. Uno puede jugar de pequeño a “papás y mamás” o “a médicos” y recibir la
correspondiente reprimenda. Jugar a casarse es una irresponsabilidad, una falta de
respeto hacia la Iglesia y además, llegado el caso, demostrar que ha sido puro
juego, supone un proceso jurídico ni corto ni demasiado fácil de conseguir.
Padre Pedrojosé Ynaraja