XIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Sr. Cardenal Julio Terrazas Sandoval, CSsR
Arquidiócesis de Santa Cruz, Bolivia
Muy amados y queridos hermanos y hermanas:
La palabra del Señor nos encuentra un poco friolentos, vamos a tratar de escuchar
esta palabra que siempre da vida, que siempre entusiasma para seguir trabajando
por la causa del Señor. Esa palabra que se hace luz para que no nos dejemos
atrapar por las obras de las tinieblas. Es lo que acabamos de rezar en la oración
con toda la comunidad cristiana de todo el mundo, que queremos que el Padre
mantenga la luz de la fe, la luz de la verdad, para que no nos sintamos derrotados
por las tinieblas de los errores que se inventan y se multiplican.
Decir a los que no creen que nosotros si creemos.
Es importante recordar al inicio de esta celebración, la experiencia de fe y de vida
que hemos tenido el jueves de Corpus Christi. Yo creo que ha sido un acto de fe en
toda Bolivia, en todas las iglesias. Y nosotros con sano orgullo también podemos
decir que en Santa Cruz, hemos querido que nuestra fe se vuelva a expresar
públicamente. Ser capaces de escuchar al Señor que desde la pequeñez de una
hostia nos habla, nos mira, nos convoca. Somos capaces de decirle aquellos que no
creen que nosotros si creemos y que a este Dios de nuestra vida, le rezamos, le
cantamos y le mostramos la verdadera alegría que deben mostrar siempre los hijos
del Señor.
Es en este ambiente y sin olvidar la grandeza del Señor que siendo Dios se hace tan
pequeño por nosotros y como nosotros pequeños nos habla para levantarnos a fin
de ir levantando nuestros corazones, ir tomando la estatura del Dios de la vida para
comunicar siempre vida a los demás.
Romper con todo aquello que nos separa del amor de Dios.
Bueno es Dios hoy día nos habla con un lenguaje que parece duro, pero que bien
que lo podamos escuchar. Que lo podamos escuchar y ojala llevarlo a la práctica.
Dijo Jesús a sus apstoles “el que ama a su padre o a su madre mas que a mi no es
digno de mi y el que ama su hijo o a su hija mas que a mi, no es digno de mi” ¿Qué
palabras mas duras, verdad? Que palabras más exigentes. ¿Qué quiere decirnos el
Señor? ¿Qué despreciemos a nuestro padre, a nuestra madre, a nuestros hijos? ¡De
ninguna manera! El vino justamente para qué nosotros desde nuestra pequeñez
captemos y comprendamos Que significa amar a Dios. Porque de eso se trata.
Para amar a Dios tenemos que estar disponibles, tenemos que estar libres,
tenemos que sublimar el amor a la familia para ponerlo dentro de la perspectiva del
amor de Dios que siempre será entrega, que siempre ser a bondad, que siempre
será perdón y reconciliación, que siempre nos va llamar a la fraternidad, nos va dar
un corazón como tiene el para que seamos capaces en un mundo lleno de egoísmos
de amar.
Eso es lo que el Señor quiere decirnos ahora. Amar poco a poco, pero no es
ninguna invitación a los odios, a los rencores o a los olvidos. Es una invitación a
decir: Dios te ama y tu tienes también que amarlo. Dios te ama entregándose
totalmente a ti y tú también tienes que demostrar por lo menos ese deseo, ese
anhelo, de poder amar al estilo de Dios.
Le hemos dicho al Señor que lo amamos en Corpus Christi, le hemos cantado, le
hemos rezado y hoy también en la misa dominical volvemos a escuchar esa palabra
un poco mas fuerte: Si realmente ustedes me aman, dice el Señor, no se queden
allí atrapados en las cosas pasajeras, mas aun, vivan ese espíritu de familia pero
denle esa proyección, como familia de Dios.
Es una invitación a nuestras familias, a nosotros, a que no nos encerremos. A que
no nos hagamos individualistas, egoístas Que pensemos siempre en apertura al
otro, al estilo de Dios. Que pensemos en formar una gran familia entre los pueblos
como lo quiere nuestro Dios y no como lo predican otros dioses que no son aquellos
de la verdad y del amor.
Es una invitación hermosa a romper todo aquello que nos separa. La hermandad
entre todos los pueblos, la fraternidad con todas las personas. La capacidad de
comprender los errores de los otros, pero también poder ponernos en contacto con
las virtudes, con las potencialidades del otro.
Y esto se hace difícil por supuesto, porque nosotros hablamos de que no hay
fronteras para los cristianos, pero hay otros que parecen gozarse con señalar cada
vez mas las separaciones en lugar de buscar caminos que permitan unirnos y
juntarnos como hermanos.
La fe en el Señor consiste en reproducir en nosotros lo que el Señor ha
hecho
Esto no es fácil, por eso el Seor nos va a dar un paso mas y nos va decir “el que
no toma su cruz y me sigue, no es digno de mi, el que encuentra su vida la perderá
y el que la pierda por mi, la encontrara” Es una invitacin clara: Vamos a entrar en
esta perspectiva de nuestro Dios pero hay que ser capaces de tomar la cruz,
abrazar la cruz. Hacer como el Señor que para salvarnos, para llenarnos de vida,
primero subió a la cruz. Esto tenemos que tomarlo cada vez más en serio. No hay
una fe llena de tibiezas o llena de ilusiones. La fe en el Señor consiste en reproducir
en nosotros lo que el Señor ha hecho para que realmente estemos libres de todas
las maldades que nos puedan rodear.
Si vamos así, el Seor nos va dar otra enseanza mas “el que lo recibe a ustedes,
me recibe a mi y, el que me recibe a mi recibe al que me ha enviado” Esta
capacidad de ir al otro con el Señor. Esta experiencia clara de saber que cuando
hacemos el bien, damos hospedaje al peregrino, estamos haciéndolo con el Señor.
Parece algo heroico, sin embargo el Seor nos dice “les aseguro que cualquiera que
de un vaso de agua fresca, ese va tener su recompensa”.
Nosotros defendemos la vida que Dios nos dio, frente al error que se
pregona por todos lados
Mis hermanos, compartir la vida, saber volcar ese vaso de agua fresca para ayudar
al hermano, es defender su vida y defender nuestra vida, es hacernos conscientes
que si estamos en este mundo es porque Dios nos ha regalado la vida y no
necesitamos nosotros que vengan a incitarnos al suicidio personal o colectivo.
Nosotros defendemos la vida, la vida que Dios nos da y tenemos que decirlo. Claro
yo se que algunos se asustan cuando la Iglesia habla de defender la vida, cuando la
Iglesia habla de defender la familia, el matrimonio, cuando la Iglesia dice no a los
que quieren matar a los inocentes; dicen que somos anticuados, que no tenemos
derecho de decir, pero el error si que tiene derecho de multiplicarse, el error se lo
pregona por todos lados, se incita a vivir en las tormentosas olas del error y no nos
quieren dejar vivir y hablar de aquello que es nuestra luz y nuestra vida.
Este es el mensaje de hoy mis hermanos. Esto supone que vivamos con Cristo.
Pablo lo dice claramente a los cristianos de Roma “nosotros los bautizados, nos
hemos sumergidos con Cristo, nosotros hemos muerto con El, pero El ha resucitado
y también nosotros vamos a resucitar” Esta conciencia tiene que darnos mucho mas
optimismo y muchas mas capacidades para sembrar valores en nuestro ambiente,
para vivir los valores del evangelio en tren ostros y para vivirlos con entusiasmo.
Quizás no se necesiten hacer grandes cosas, pero hay que hacerlas cada día
aunque sean pequeñas. ¡Que hermoso ejemplo el de esta mujer sunamita! Que se
da cuenta que Eliseo es santo de Dios, un profeta de Dios y que entonces piensa en
recibirlo en su casa, le pone un cuarto, le pone algunos muebles y permite que
Eliseo entre en su casa. La hospitalidad puede llevarnos a eso también, de repente
tenemos que dar lo poco que tenemos, tenemos que compartirlo con todos.
Tenemos que hacerle una pequeña casa al migo que pasa al amigo que no lo
conocemos. Por allá van las formas y las maneras determinar con los egoísmos, con
los orgullos, con aquello de encerrarse en los propios bienes y olvidarse de este
Dios que es generosidad y que es amor.
Cuando aquella mujer recibe al profeta, ella también recibe lo que el profeta puede
darle, la vida. “el prximo ao en esta misma fecha, tendrás un hijo, tendrás lo que
deseas, tendrás alguien que ha pesar de la vejes de tu esposo va ser tu consuelo y
tu esperanza”. Esa es la vida que de una u otra forma tenemos que comunicar a
nuestros hermanos.
Prolonguemos pues la alegría del Corpus Christi asumiendo esta enseñanza tan
clara y hermosa del Señor, para poder seguir hablando de nuestro Dios no solo con
palabas, sino con hechos; hechos que viene de Dios y que no son inventos
nuestros. Seamos discípulos del Señor, escuchemos estas palabras que no han sido
solo para los apóstoles sino para todos nosotros bautizados porque hoy también
nuestra misión es, ante un mundo que se apega a las cosas, demostrarles que
nosotros podemos vivir apegándonos al Dios de la libertad y al Dios de la vid a.