XIV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Sr. Cardenal Julio Terrazas Sandoval, CSsR
Arquidiócesis de Santa Cruz, Bolivia
HOMILIA S. E. CARDENAL JULIO TERRAZAS SANDOVAL
DOMINGO 3 DE JULIO DE 2011
BASILICA MENOR DE SAN LORENZO MARTIR.
Escuchar Homilia:
Muy amados y queridos hermanos y hermanas:
Hermanos todos en sus hogares, en sus comunidades que siguen esta celebración a
través de los medios de comunicación social. Creo que de manera especial hoy nos
une el intenso frio en todo el país. Algo de agua hacia falta, pero el frio hay que
tolerarlo porque tambien en el salmo la Iglesia canta ¡Fríos y heladas alaben al
Señor! No es un motivo para desesperarse, sino un motivo para ver las maneras y
las formas de solidarizarnos con quienes sufren por este clima; a nuestra gente de
los barrios, de los campos, los que estamos en las calles, todos ellos nos están
pidiendo algo del calor humano, algo del calor de la caridad que debe estar siempre
adelante en medio de todos los problemas.
Queremos la paz que viene de lo alto
La primera lectura, la del profeta Zacarías, nos va a hablar de la situación en que se
encuentra el pueblo de Dios en ese momento. Habían terminado de salir del Egipto,
habían terminado su peregrinación por ese desierto y al quedarse allí en la tierra
que debía ser la tierra prometida para todos, comenzaron los problemas, las
dificultades. Comenzaron las persecuciones entre ellos, se multiplicaron los
egoísmos y, es en medio de ese ambiente que el profeta va decir a su pueblo
¡alégrate, alégrate mucho, grita de jubilo porque ya esta llegando El salvador, va
llegar tu rey y viene hacia ti, El es justo y victorioso, es humilde y viene montado
en un pollino!.
Hermanos, una invitación a la alegría, a gritar ese júbilo si es necesario. Para Dios
siempre ha sido una expresión de amor. Viene el salvador, pero no viene con
fuerzas físicas o fuerzas disuasivas. Viene humildemente. Esa es la manera de
actuar de nuestro Dios. Es un Dios que a pesar de que el es el poderoso y el que
puede hacer lo todo de manera extraordinaria y llamativa, prefiere tomar el camino
del humilde, del sencillo; de aquel que quiere vivir la paz pero tiene que vivirla tal
como el Señor la sueña. El va suprimir los carros de Efraín, los caballos de
Jerusalén, el arco de guerra. Todo será suprimido para proclamarla paz autentica.
Mis queridos hermanos, aquí va el primer mensaje también para nosotros. Para
nuestro mundo, para nuestro país y para nuestra sociedad. Todos queremos paz,
pero queremos la paz que viene de lo alto, no la paz que es rastrera y que busca
modos y maneras de matar. La paz que viene de Diso es la paz que tenemos que
implantarla en nuestros corazones y en nuestros ambientes.
Los que rechazan la humildad y se llena de soberbia caeran de sus tronos
“El viene humildemente”. De esta palabra muchos tienen miedo. Se ha apoderado
como un ansia de ser siempre el más aplaudido de todos. Pueblos y personas y
sociedades comienzan a decaer cuando piensan que solo el dominio total va a ser
un territorio mejor para todos. Hemos visto los grandes imperios, hemos visto las
grandes sociedades, hemos visto personas muy dotadas de talento pero cuando
olvidan el estilo de Dios, la humildad, cuando rechazan la humildad y se llenan de
soberbia y orgullo, todos ellos van a caer de sus tronos para que realmente se
sienten en su tronos los verdaderos destinatarios de la paz y la justica.
El evangelio de manera extraordinaria nos va volver a decir como es el Dios que
nos ha hecho conocer Jesucristo. Primero este Dios, este Jesucristo que vino
humildemente, que nació con humildad, este Jesucristo que no fue de aquellos
lideres que llamaban la atención por todos lados. El comienza recordando el plan de
su Padre: Te alabo Padre, te doy gracias Padre, tu que eres el Señor del cielo y de
la tierra, no eres cualquiera. Tu eres el Señor, el que podría dominar, pero yo te
alabo porque has ocultado las grandes cosas del reino a los sabios y a los que se
creen los dominadores de este mundo.
Has ocultado, es una palabra bastante fuerte. „te alabo Padre porque sigues
actuando hoy igual que ayer, para hacerle entender al mundo que es a partir de lo
pequeño y de lo humilde, no de la soberbia que se hace ideología ni de la soberbia
que pone toda su fuerza en el dinero o en el poder. Te alabo Padre porque has
ocultado las cosas del reino, de ese reino de paz, de justicia y de amor, de ese
reino de verdad, de ese reino de fraternidad, de ese reino de reconciliación y
perdón‟. Eso no lo entienden los grandes, no lo entienden los que se han buscando
dioses a sus tamaños y de acuerdo a sus miserias.
Te agradezco Padre, porque así tú lo has querido. Que sean los pequeños, los
humildes y los sencillos los que capten mejor este plan de salvación verdadera,
profunda, duradera. „Si Padre, así lo has querido” Es el plan de Dios. Ahí esta la
diferencia quizá de nuestros Dios, que sigue arrastrando miles y miles de creyentes
a lo largo de tantos siglos y que sigue cuestionando aquellos pensamientos que se
apartan de dios o aquellas estructuras que se fabrican en contra de Dios. Nuestro
Dios puede ser despreciado por los que creen solo en lo que ellos han creado,
porque creen solo en lo que pueden manejar a su antojo. Nosotros queremos
captar el espíritu del Padre, el espíritu de nuestro Dios. Queremos ser también,
miembros de esa corriente que da vida, que da fortaleza, que da seguridad, la
humildad.
Estamos elegidos para conocer el amor del Padre si amamos a su hijo
Jesucristo.
No hay otro camino mis queridos hermanos. El camino de la soberbias lleva a la
guerra, el camino de la discordia separa cada vez masa los pueblos y a las
personas, el camino de la ostentación, creer que acumulándolo todo va dominar
mas, no es el camino de nuestro Dios. Nuestro Dios se hizo uno de nosotros,
camino llevando la buena noticia, fue insultado, fue aborrecido pro los grandes de
su tiempo, fue escuchado por las multitudes hambrientas de verdad. Ese es nuestro
Dios, humildemente abrazo la cruz, .con su sencillez entrego su vida, no la defendió
por la fuerza, la entrego porque nosotros necesitábamos esa vida, a nosotros nos
convenía que se derrame la sangre del corazón de Cristo para que nuestros
corazones se llenen de vida autentica, verdadera. Con el latido de Dios, no con los
latidos de los que inventan las iras.
Así lo has querido tu Padre. Y ahí empieza entonces a animar a la gente. “todo me
ha sido dado por mi Padre y nadie conoce al Padre sino el hijo y nadie conoce al
hijo sino el Padre y aquellos a quienes El quiere revelarlo” ahí esta el camino mis
hermanos, nosotros no hablamos de Dios porque lo hemos aprendido de memoria,
nosotros no pronunciamos el nombre de Cristo solo por pronunciarlo o por
llenar una ceremonia que queramos hacer, nosotros no juramos en el nombre de
Cristo solo por cumplir alguna tradición. Nosotros estamos elegidos para conocer el
amor del Padre si es que amamos a su hijo Jesucristo que nos llama, que nos
convoca, que nos reúne. El sabe de las dificultades, sabe que tenemos que caminar
entre gentes que no creen en Dios o entre gentes que se han buscado ídolos y
entonces nos va decir el Señor “vengan a mi los que están afligidos y
agobiados y yo los voy a aliviar” Ahí están los privilegiados de Dios, los afligidos
y los agobiados. Aquellos que por querer entrar en el reino de los cielos, quieren
buscar una manera nueva de vivir que no es comprendida y que como los humildes,
los sencillos, los niños, tenemos que tener esa capacidad de buscar al Dios
verdadero, al Dios del amor, al Dios de la verdad.
Eso trae problemas, fuera de esos problemas hay otros, el agobio y la tristeza por
la pobreza, el agobio y la tristeza porque no hay trabajo para todos, la tristeza
porque no hay comprensión, la tristeza de aquellos que están en los hospitales
sufriendo y quizás amenazados de muerte porque no tiene lo necesario para
comprar la medicina, el agobio de aquellos hermanos en las cárceles que están
hechas mas para castigar que para educar. Están allí, vengan a mi-les dice el
Señor- acérquense a mi, yo los voy a aliviar. Y termina el Señor diciéndoles
“carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mi que soy paciente y humilde de
corazón” Otra vez la palabra humildad, esta vez con aquello que es absolutamente
necesario en nuestros caminar por la tierra: la paciencia. Dios nos es el
improvisador que va traer cosas para alegrarnos por un momento. Dios se hace
humilde para que nosotros aprendamos que mientras mas pequeños somos,
mas grande es El y es eso lo que interesa, que el sea el crezca, que el sea mayor
que nosotros y que nosotros estemos siempre en sus brazos, como un niño que no
tiene a donde ir pero que siente toda la felicidad de estar en los brazos de alguien
que lo ama.
Ser testigos de la vida porque en nosotros esta el espiritu de de Cristo
“Mi yugo es suave y mi carga liviana” hay mucha gente que quiere imponer yugos a
los demás por la fuerza, con todo el peso de la prepotencia y viene entonces ese
ambiente en que se hace insoportable no poder pensar, no poder hablar, no poder
decir, con gritos de alegría de decir en quien creemos y porque creemos, porque
defendemos la vida y la vamos a seguir defendiendo y nos vamos a hacer testigos
de la vida porque en nosotros, como dice Pablo, esta el espíritu de Cristo. Y si
nosotros tenemos el espíritu de Cristo somos de El, pero si no lo tenemos, no nos
engañemos dice Pablo a los romanos, el que no tiene el espíritu de Cristo no es de
Cristo. ¿acaso no vale eso también en nuestros tiempo?.
El espíritu de Cristo es espíritu de vida. Ese espíritu resucito al Señor de entre
los muertos y se vencio el pecado, se destruyo la muerte con la muerte de Cristo.
Ese espíritu, Pablo lo dice con claridad, es e mismo que habita en ustedes. Hay que
dejarlo actuar, no queda otra, hay que dejarlo actuar.
El espíritu de la vida de Dios en nuestras vidas vale mucho. Para no dejarnos
sumergir por lo malo, ahogar por las cosas que nos alejan de dios. El espíritu de
Dios es el que siempre nos va hacer mirar hacia lo alto y nuestra esperanza va
crecer, nuestra esperanza no en los planes que podamos inventar nosotros, sino en
ese plan extraordinario de Dios, viene el Señor, el Dios de la vida viene a caminar
con nosotros, viene a implantar la paz, viene a destruir lo que es signo de muerte y
lo que provoca muerte para que realmente podamos gozar de la paz de Dios en
nuestros ambientes.
Esto es lo que tenemos que cantar hermanos, eternamente, la misericordia y el
amor de nuestro Dios. Vamos a descubrir que este nuestro Dios, privilegia a los
sencillos y los humildes, esos son sus preferidos, sus elegidos. Y convoca a los otros
a bajar de sus tronos falsos para ponerse también a disposición del espíritu que
es capaz de cambiar, transformar y hacer aquello que todos deseamos, el hombre
nuevo y la sociedad nueva.