XV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Sr. Cardenal Julio Terrazas Sandoval, CSsR
Arquidiócesis de Santa Cruz, Bolivia
HOMILIA DE S.E. JULIO CARDENAL TERRAZAS.
BASILICA MENOR DE SAN LORENZO MARTIR
Santa Cruz, de la Sierra julio 10, 2011
"El Narcotrafico, la droga, los asaltos violentos, la muerte y el crimen
organizado, son las piedras que impiden que la verdad y la vida germine y
triunfen por encima de la muerte y la mentira".
Muy amados, queridos hermanos y hermanas y a todos nuestros fieles que en la
arquidiócesis y en nuestra patria Bolivia, siguen esta celebración dominical.
Estamos hablando mucho de la palabra que es sembrada por Dios, estamos
hablando también del terreno en el que debe caer esa palabra.
Como enseñanza del Señor parece muy claro todo, está hablando de la
muchedumbre y les va hablando de aquello que esa muchedumbre comprende,
capta. La semilla sembrada en el camino no va a prosperar, la semilla en los
pedregales tampoco, y donde hay zarzas y espinas no logra crecer, la ahogan. Pero
hay un terreno, el terreno bueno, bien preparado que hace que la semilla que el
sembrador va dando o va dejando, produzca el 100%, el 60% o el 30%.
Interesante la reacción de los discípulos frente a esto. El Señor hablaba con
parábolas, con comparaciones, para que la gente se pregunte por lo menos qué
significa todo esto. Sería la misma pregunta que nos hacemos nosotros, que
significa hoy para nosotros esa enseñanza del Señor. Y lo discípulos le dicen por
qué les hablas siempre en parábolas. La respuesta del Señor es clara, a ellos se les
va a seguir hablando así, pero ustedes van a recibir una explicación mayor, porque
ustedes van a ser aquellos promotores del Reino que el Señor quiere construir, este
reino que exige una nueva manera de pensar y una manera nueva de actuar.
Y recuerda las palabras de Isaías que nosotros acabamos de escucharla, que hay
muchos que miran pero no ven, que hay muchos que hablan pero no entienden
nada, sus oídos y su vista andan mal. Más todavía muchos no quieren comprender
porque el corazón de esa gente se ha endurecido, ya no entra la palabra de vida. Y
les explica los discípulos que la palabra es Él mismo, que el sembrador es el Padre y
que evidentemente hay que comprender que mucha gente cuando escucha un
bonito sermn dice: “Qué lindo está… que vale la pena realmente ser Cristiano…”
pero ante las primeras dificultades se olvida de todo, la Palabra no echa raíces.
El grupo de aquellos que tienen muchas piedras en el corazón y en sus vidas, que
desean si que la palabra los cambie, los transforme y escuchamos eso con
frecuencia: “Hemos escuchado la palabra, hemos escuchado la meditacin, en mi
colegio han explicado bien la biblia…” Mucho entusiasmo, pero como no han
limpiado el terreno, no han sacado las piedras, no garantizan que esas plantitas
crezcan, viene el sol las quema por que no tienen raíz, esos son los entusiastas, lo
que aplauden, los que dicen: “Que lindas palabras del Seor…”, los que citan
también algunos textos bíblicos para poder tapar su falta de compromiso con la fe,
o utilizan las palabras del Señor para hacer crecer ideologías que van en contra del
mismo Señor. Esas son las piedras.
Aquellos que tienen mucha espina, ya lo entendemos nosotros, una semilla en
medio de espinas no logra desarrollarse, son aquellos dice el Señor que tienen
entusiasmo también como los otros, pero que están preocupados de mil cosas,
están preocupados de su dinero, están preocupados de su partido, están
preocupados de sus cosas materiales y se olvidan de que esta palabra que nos va
introduciendo al Reino tiene que ir cambiando nuestras vidas y que no es lo nuestro
lo que pensamos y lo que hacemos, lo que construye realmente el Reino de Dios
que es capaz de liberar a todos. Y luego habla: “Aquellos que son buen terreno…”
dónde la palabra produce, allí está la invitación clara, hay que preparar el terreno,
hay que tenerlo listo para que cuando se siembre la Palabra de vida, que es Cristo,
realmente nuestra vida se haga toda del Señor y se manifieste con un testimonio
claro, se manifieste con acciones claras, coherentes. Ese es el terreno bueno, esta
palabra, no volverá al Padre sin producir frutos, quizás el 100% que sería el ideal.
Hay muchos hermanos nuestros, aun en nuestros tiempos de tantas dificultades
que son capaces de producir el 100% de frutos de justicia, de verdad y de paz.
Hace poco nos ha entusiasmado la Beatificación de Juan Pablo II, ahí está un
hombre de nuestro siglo que supo sembrar esta palabra a tiempo y a destiempo en
todos los lugares del mundo, ese tipo de coherencia es aquel que deberíamos
alcanzar también todos, pero el Señor se conforma también si nuestros frutos
llegan apenas a un 60% a 30%, el Señor está feliz, para eso ha venido, para que su
palabra no vuelva a El vacía sin haber producido vida, cambio, transformación,
justicia y paz para todos.
Va a recordar a su comunidad que hay que mantener la esperanza por encima de
todo y por una frase de esperanza de los hijos libres de Dios, allá va la construcción
del Reino mis hermanos. Mucho hablamos del Reino de Dios, pero a veces lo
confundimos con los pequeños reinitos que se van multiplicando, inventando
también en nuestros ambientes. Tiene que ser ese Reino que los haga
realmente libres como hijos de Dios y que podamos proclamar con libertad,
este mensaje del Señor y lo podamos también llevar a los otros, sembrarlo,
convertirnos a nosotros en terreno bueno y al mismo tiempo en semilla
buena, semilla capaz de producir vida. Por supuesto que esto no es tan
fácil, no lo ha sido en ninguna época y no lo es tampoco hoy, hay
demasiadas cosas que se oponen a la germinación de la palabra de Dios,
hay demasiados pensamientos que oscurecen el plan de Dios. Nuestros
terrenos, tropiezan con las piedras del narcotráfico, como puede producir
la palabra fruto allí donde ese pedregal que se ha multiplicado y se sigue
multiplicando en nuestro ambiente no permite que florezca la palabra de
vida. La droga no es el espacio para liberarnos, es el espacio para
embrutecernos, y endurecer el corazón, pero hay más todavía, y tenemos
que ser claros en esto, tantos crímenes, tantas muertes violentas, tantos
asaltos. El crimen organizado va llegando también a nuestro ambiente,
esas son piedras, esas son las espinas que impiden que la verdad y la vida
triunfen por encima de la muerte y la mentira.
Tantas cosas que se inventan para distraer, para crear diversiones que solamente
nos alejan de la verdad y se inventan toda serie de acontecimientos ilusorios,
pasajeros o acontecimientos que nos hacen pasar de la euforia a la melancolía y a
la tristeza. Y nuestros jóvenes tienen que vivir allí, allí tiene que forman su espíritu,
allí tienen que dejar que la Palabra los envuelva, y los haga capaces de producir los
frutos que estamos esperando, ese es el mensaje de hoy mis queridos hermanos.
Salió el sembrador hoy a sembrar, la semilla que nos ha traído ¿es eficaz? Tiene
que ser eficaz, no puede volverse vacía hacia el Padre, hacia aquel que pronunció
esta palabra de vida, tiene que convertirse en pan de vida como decía Isaías en la
primera lectura. La buena semilla produce, germina, se saca de ahí el grano y se
saca el trigo para el pan, para la vida.
Quizás se habla con mucho optimismo de que el hambre en Bolivia ha
retrocedido y puede ser verdad, en parte por lo menos, pero ¿Y el hambre
de Dios? ¿El hambre de justicia verdadera auténtica? ¿El hambre del
compartir? ¿El hambre de ser respetado como persona humana? El hambre
que es buscar la libertad y que no se sienta perseguido por sus propias
ideas o por pequeños errores que ha cometido en su vida, pequeños o
grandes porque al fin y al cabo nuestro Dios es el que perdona, no el que
toma la batuta de aquellos que condenan sin tener fundamentos seguros y
destruyendo constantemente la dignidad de la persona humana.
Sale el sembrador a sembrar hoy también y nos pide a nosotros, cristianos
creyentes que seamos capaces de preparar los terrenos nuestros personales, y los
terrenos y los espacios donde estamos viviendo para que también allí surja toda la
vida que el Señor quiere derramar en abundancia para todos. El sembrador es el
Padre, la semilla es Cristo, el terreno somos nosotros. ¿Cómo respondemos? ¿Qué
hacemos? ¿Cuál es nuestra manera de pensar y de actuar? ¿Cuál es la esperanza
que nos anima cuando hay zarzas, cuando hay espinas cuando hay piedras en el
camino? Cuál es el tiempo y el esfuerzo que damos a limpiar nuestros propios
terrenos para que la palabra de vida no sea sofocada por palabras inútiles, por
promesas que no se cumplen, por promesas meramente materiales. Nos toca abrir
la conciencia y el corazón a esta dimensión de Dios, que ha querido poner en medio
de nosotros su reino, no para que hablemos de Él, sino para que vivamos con Él
construyéndolo constantemente con nuestros compromisos.
Parece difícil, felizmente tenemos ejemplos de gente que hoy día sigue aceptando el
desafío de la palabra y sigue produciendo frutos y tenemos aquel ejemplo que no
podemos olvidar nunca, el ejemplo de nuestra madre la Virgen. Ella fue el terreno
ideal para que la palabra de Dios se encarnara en ella, ella produjo el 100%
entregándonos esta palabra revestida de nuestra realidad humana, a ella le vamos
a pedir que nos guíe a nosotros, que guíe a nuestros pueblos, a nuestra sociedad, a
nuestra gente, por caminos de paz, de justicia y de verdad.
Amén.