INSÓLITO
Padre Pedrojosé Ynaraja
No hay duda de que la Santa Madre Iglesia, como realidad histórica y anclada en territorios,
sufre una enigmática paradoja. La abundancia de mártires asegura su vitalidad. La escasez de
personas comprometidas, principalmente presbíteros, obligan a una reestructuración de los
servicios litúrgicos. La triste realidad es que la clerecía se convierte muchas veces en simples
gestores de las parroquias que se les encomiendan. Y suena la alarma, ya que esta función es
insuficiente. Pero, pese a esta carencia, y al malicioso descrédito que se ha sembrado contra el
proceder de algunos sacerdotes, mientras haya misioneros y contemplativo por un lado y
servidores de los más pobres por otro, no hay que perder la Esperanza. Y al decir lo último,
estoy pensando en el Cottolengo, al que, gracias a Dios, he sido invitado también este año a
celebrar misa. Como esta institución hay otras, gracias a Dios, igualmente generosas. Sin
olvidar Caritas, Manos Unidas y organizaciones semejantes. En todas ellas se da el fenómeno
del voluntariado, cooperación, o como se quiera llamar. Presencia humanitaria y universal que,
calladamente y sin ningún ánimo de lucro, la forman cristianos “practicantes” que tal vez no
sean muy creyentes. No hay que olvidarlo. El asumir la Fe, iluminará el valor de su acción y les
proporcionará la Esperanza, y por ende la felicidad, que tanto ansían. Este último aspecto se
quiere olvidar muchas veces, resultando un éxito a medias.
Quería acabar mi comentario sobre el espacio cibernético. Empiezo por una simple anécdota.
Caminando por los campos del Señor, se encuentra uno con viajeros, o grupos de peregrinos,
que hablan la misma lengua. Intercambiamos saludos y, de inmediato, nos interrogamos sobre
la procedencia de cada uno. En más de un caso, no sabían la situación geográfica de mi
diócesis, en alguno, ni habían oído el nombre, pero al decir el de las webs en las que colaboro,
se han sentido tan contentos, que hasta se han querido fotografiar conmigo (no es imaginación.
La última vez que me ocurrió fue en Qumram).
Quien no navegue por la Red, puede pensar que lo que oye: pornografía, posibles engaños o
estafa, son sus únicos contenidos. Añado yo, que verá también ataques a la Iglesia e insultos.
Y si digo esto, es porque la primera condición para entrar en ella es la de la humildad y la
exclusiva actitud, la misionera.
En los últimos siglos, la Iglesia fundó Círculos Obreros, Montes de Piedad, Cines Parroquiales,
Colonias de Vacaciones, et. No pueden desvalorarse estas iniciativas, pero no son de
actualidad, ni suficientes para el futuro. Entre otras cosas, porque aquellas exigían estructuras,
autoridades y reglamentos, que, no olvidemos, que si son en muchos casos necesarios, en
otros ahogan o impiden las iniciativas del Espíritu, y además, no son cosas bien vistas hoy, y
hay que ser sagaces, dijo el Señor. Añado yo: y con razón. Como decía la semana pasada,
para presentarse personalmente, nunca podían olvidarse los títulos, la situaciones sociales y la
edad y en ámbitos eclesiásticos el preceptivo nombramiento. En Internet nada de esto cuenta.
Un titular se encuentra en Google, independientemente de si lo escribió un sacristán o lo
redactó un comisario de policía. Nadie solicita tu edad para leerte. Por muy jubilado que uno
esté, puede ser útil a un equipo de jóvenes, anclado a miles de kilómetros. Descubrí un día que
tenía un artículo mío, colgado por una comunidad Metodista de Sao Paulo y, por supuesto,
redactado en portugués. Una emisora de radio FM, por potente que sea, alcanza limitados
kilómetros. La radio AVM, de mi amigo sacerdote J. Morera, tiene cerca de un centenar de
radiointernautas en Rusia, que ya es decir. Preguntadle a él las estadísticas de otros países. Y
emite en castellano y contenidos totalmente cristianos. Puedes ser útil en las antípodas e
ignorado por el vecino. De nuevo la paradoja de Internet.
La territorialidad pierde importancia. No olvidemos que las Iglesias Orientales nunca la tuvieron.
Y no se me diga que es utopía. Si San Pedro fue obispo de Antioquía y Roma, San Pablo
nunca tuvo sede. Fue puro evangelizador, más que religioso gobernador militar. (aviso para la
navegación de cabotaje).
Padre Pedrojosé Ynaraja