Nadie controla mi derecho sobre la educación sexual de mis hijos
Es necesario un programa para una educación sexual clara, verdadera y
completa, gradual y equilibrada. Con una visión de la sexualidad integral e
integradora, conforme a los principios antropológicos, fundamentales de la
naturaleza y dignidad de la persona humana.
Un programa que enriquezca las facultades del hombre; inteligencia y
voluntad, y que los capacite en el desarrollo libre, razonado e integral de su
personalidad al servicio de una sexualidad sana y responsable.
Los padres no deben renunciar a sus libertades y derechos, avalados por
nuestra Constitución y la Declaración Universal de los Derechos del Niño.
Un derecho que conlleva a una responsabilidad que es prioritaria,
intransferible, innegociable, indelegable e insustituible. Por lo tanto, son las
manos infinitamente cuidadosas de los padres, y no otras, por sabias que
sean, las que tienen la máxima eficacia para llevar a cabo la iniciación
sexual de sus hijos.
Los padres movidos por el amor, cariño y comprensión por cada uno de sus
hijos, son los protagonistas principales, irreemplazables, necesarios y los
más adecuados en su educación integral.
La familia es el ámbito natural y más apropiado para el desarrollo de la
personalidad, el espacio privilegiado donde, en un ambiente de amor y
confianza, pueden plantearse, sin traumas, los interrogantes sobre la
sexualidad.
Es verdad que la familia no es la única fuerza modeladora en la vida de un
niño, el colegio, los amigos, las instituciones de enseñanza superior, a lo
que podríamos añadir las normas y costumbres que profanan el verdadero
significado de la sexualidad y que son alentadas por los medios de
comunicación como la televisión, Internet, vídeos, películas, libros y
revistas, también influyen en las actitudes y valores de los chiquillos.
Pero, como acertadamente dijo Mercedes Arzú de Wilson, “nada tiene
mayor impacto en un niño que su experiencia familiar”.
De ahí la importancia de la libertad de los padres a la hora de elegir un
centro educativo acorde a sus convicciones, preferencias morales,
religiosas, filosóficas y pedagógicas, como señala el artículo 14 de la
Declaración de Derechos Fundamentales de la Unión Europea .
Clemente Ferrer
clementeferrer3@gmail.com