NO TENGO TIEMPO
Padre Pedrojosé Ynaraja
Imagino que dos cosas podrían definirnos. Somos gente pegada al teléfono móvil,
por esperpéntica que sea la situación y exótica la persona. La segunda nada tiene
que ver con la primera, pero también es una constante universal, se trata de que
uno recibe idéntica respuesta a cualquier requerimiento: no he tenido tiempo.
El día tiene 24 horas para todo el mundo y cada uno se las reparte como se le
antoja, dentro de ciertos límites. Tiene su tiempo el dormir, su tiempo el comer, su
tiempo el trabajar, y su tiempo empleado en lo que escoja… (parafraseando a Ecl
3,1). Y aquí está la cuestión. Uno es responsable de sus elecciones y de darles el
valor que han de tener. Pero se deja engañar con frecuencia y acepta necesidades
que en realidad no existen. No se tiene conciencia de lo que es imprescindible y lo
que no y, al sentir un vacío espiritual que aterra, rellene estos intervalos de tiempo
con cualquier cosa atractiva. Vive atolondrado, se deja influir por cualquier oferta y,
poco a poco, lo mediocre lo convierte en obligatorio. Y, consecuentemente, no tiene
tiempo, repite de continuo.
Aunque parezca extraño lo que voy a decir, no puedo callarlo. Para organizarse bien
la vida, es preciso empezar por hacerlo acertadamente el domingo. No dejarse
llevar por la corriente que lo ignora. Estudiar cómo se debe celebrar, partiendo de
cero, ignorando costumbres locales y tratando de descubrir lo que la tradición
bíblica enseña y recoge la Iglesia. Obrando así se enriquecerá de Gracia, serenará
su vida, se adentrará en sendas de felicidad. Se ha olvidado que es día dedicado al
descanso, físico y mental, pero se aprovecha para regar el jardín, reparar
desperfectos de la casa y lavar el coche. Vendrá un día que la consulta al
profesional le indicará que debe de abstenerse de estas dependencias que
obsesionan y no son imprescindibles. Evidentemente, no le citará la Biblia, pero él
aceptará el consejo, huirá a la montaña, desconectará el móvil y creerá sentirse
feliz. Pasando frío en un refugio de montaña, o tostándose al sol aburrido, su
espíritu, creyéndose que nadie le localizará, creerá librarse de ansiedades y
desalientos. Habrá gastado dinero y tiempo en viajes y alquileres. A medio plazo
constatará que tampoco logra relajarse y sentirse libre.
La misa es un rollo, afirma convencido. Los que se entregan al servicio de los más
necesitados, dice que son gente que en el servicio a los ancianos o discapacitados,
se entretienen a su manera. Lo encuentra aberrante, pero piensa que allá ellos con
sus manías. Pasa el tiempo y comprueba que familiares y amigos se van alejando
de él y su ausencia le angustia. La soledad le aterra, la falta de iniciativa, el
encerrarse en casa, le sume en crisis existencial. Cualquier organismo organiza una
caminata y se apunta. Paga y se deja conducir por un itinerario que no ha escogido,
come lo que la organización le suministra, habla con el que se ha encontrado al
lado y nunca volverá a encontrar. Necesita algo más sólido, ignora el qué.
La simple meditación del Evangelio serena a muchos y les acerca a Dios, que se
convierte en amigo, pero él se empeña en ignorarlo, no tiene tiempo. Me he
detenido en el domingo porque debe ser el centro de interés de la semana y al
vaciarlo, se es incapaz de vivir feliz siquiera un día.
Hay crisis económica, nadie lo ignora. No hay tiempo para la convivencia familiar.
La fecundidad es imposible mientras atenace la hipoteca. Llega un día que la vida
matrimonial carece de sentido y la separación legal no es más que visualizar una
realidad que viene de lejos. El piso es un estorbo y fuente de querellas. ¡y tanto
que había condicionado sus planes!
Finalmente reconoce el fracaso, es consecuencia de que uno no ha tenido tiempo.
Padre Pedrojosé Ynaraja