JMJ
Padre Pedrojosé Ynaraja
Vivo estos días muy interesado por las Jornadas Mundiales de la Juventud, a las
que, sin Dios quiere, asistiré. Evidentemente, no podía dejar de hablar del tema,
para mí muy próximo, para los lectores en soporte papel, a buen seguro, hecho
pasado. Sigo los preparativos y los comentarios, leyendo prensa impresa de
diversa orientación, idem del espacio cibernético y escucho radio, y algo TV. Las
diferentes procedencias dan relieve a la opinión que me voy formando. Lamento
que, en general, sus criterios de juicio son de pequeño calibre, minúsculos a veces,
y hasta mezquinos. Sumergido en el espacio virtual, tiene uno la ventaja de
conocer ocultas convicciones. Internet es realidad de libertad. Comprueba uno
cuanta creencia y obsesión mantenían reprimida y el medio les permite aflorarla. A
veces no leo un artículo en su totalidad, pero me intereso por los comentarios.
Conozco de esta manera muchas frustraciones o interrogantes que desconocía,
pero que no dejan de ser humanos. Casi siempre las cosas son complejas. Ancladas
en un momento determinado, muestran aspectos que solo el tiempo desvelará su
totalidad.
Recuerdo que en mi segundo de bachillerato que cursaba en Burgos, uno de los
temas de ciencias naturales eran los insectos. El profesor nos exigió presentar una
colección de por lo menos 20 animalitos de este orden. En aquel tiempo no
resultaba difícil conseguirlo. Me familiaricé y simpaticé con ellos. Pero el verano que
siguió al examen, sufrimos una ola de cínifes, que nos atormentaron ferozmente.
Poco después apareció un producto que solucionaba nuestros males: el famoso
DDT. Fue la gran solución a nuestras molestias veraniegas. Hoy se ha mostrado
contaminante, perjudicial en extremo y por ello, prohibido. Algo semejante ocurrió
con la desintegración del átomo que conocimos por aquel entonces. Recuerdo
exagerados e ilusorios comentarios. Hiroshima, Nagasaki y los tristes accidentes en
centrales japonesas, modifican el juicio que podíamos tener. Inversamente, la
llegada a Europa de la patata, del tomate y del maíz, había mejorado las
posibilidades de nutrición de las gentes y, pese a haber pasado algunos siglos, no
han perdido su valor. Ante lo nuevo, tenga éxito o parezca fracaso, no debemos
precipitar nuestro juicio, máxime si nos parece adverso.
El Señor decía: “en la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría
dicho” (Jn 14,2). Pero algunos se empeñan en que en la Eternidad, y en nuestra
actualidad eclesial, no debe haber más que un hangar, donde apretujados no
quepan más que los que piensen como ellos. Jesús es el Camino, pero no un
sendero comprimido. Quien le sigue, más que apisonar huellas, mira a idéntico
horizonte y avanza a su paso, calzado con lo que es más apropiado a la
conformación de su pie.
Las Jornadas Mundiales de la Juventud, son una magnífica ocasión de comprobar la
variedad y belleza del jardín de Dios. Como anticipo, he concelebrado con chinos de
su Iglesia clandestina, rezado con cristianos de muchas naciones, que enarbolaban
banderas propias e insignias que identificaban su idiosincrasia espiritual.
No tengo la capacidad de convocatoria del Papa, pero rezo para que tenga éxito su
iniciativa. Mi labor de minúsculo artesano, complementará la suya universal. Tiene
uno la impresión de que algunos, incapaces de orar para que la labor de otro tenga
éxito, o, por sus circunstancias, tal vez vejez, impotentes de animar a jóvenes a
seguir nuevos caminos, se limitan a denunciar faltas y condenar precipitadamente
errores, con ello oculten sus propias limitaciones.
Padre Pedrojosé Ynaraja