Tierra Santa - Un viaje diferente
Padre Pedrojosé Ynaraja
Mi primero fue en 1972, fruto de un trabajo minucioso de búsqueda de alojamiento,
cálculo de posibles itinerarios, elección de equipos fotográficos – por mi parte
cargué con cuatro cámaras – alimentos en previsión de dificultades de
aprovisionamiento etc. La salida hubo de retrasarse porque no llegaban los
correspondientes visados, indispensables entonces, y la elección de los lugares que
deseábamos visitar, la hicimos de acuerdo con nuestros estudios. Uno de los
resultados fue la edición de dos audiovisuales que tuvieron mucho éxito. El país de
Jesús uno, María de Nazaret el otro. De este último fui autor y tuve la satisfacción
de que fuera el más vendido. Editado en castellano y catalán, lo fue también en
francés e italiano. Resultó de gran provecho espiritual. De la conversación con el
vasco franciscano P. Justo, bajo un ricino en Nazaret, todavía queda la amistad que
nos dispensó este gran fraile. Señalo este detalle, porque los monumentos
arquitectónicos varían muy poco y se multiplican escasamente, pero los encuentros
personales enriquecen siempre. Mis viajes a Israel serían mucho más pobres
espiritual e intelectualmente, si no hubiera conocido al Hno. Rafael, a Fra Ovidio, al
P. Bárcena, al P. Artemio y a Eduardo, seglar de Nazaret que, a decir de alguno, es
el mejor franciscano de la población.
Ahora ya no es preciso tanto cálculo, sabe uno con seguridad que no tendrá tantas
dificultades. Los itinerarios están pensados y calculados. No quiero señalar nombres
de empresas que lo hacen con esmero profesional y religiosidad. Quien esté
interesado, le puedo aconsejar en privado. Vale la pena asegurarse, existen
organizaciones puramente comerciales.
Ahora que está acabándose el año y pronto se empezará a proyectar viajes futuros,
es la ocasión. Las agencias a las que me refería sin nombrarlas, lo hacen bien, pero
siguen idénticos itinerarios. No hay ningún inconveniente en repetirse, como
muchos amantes del ocio o del deporte, acuden cada año a las mismas playas o a
análogas pistas de esquí. Trasladados al terreno religioso, hay que reconocer que
visitar los Santos Lugares, puede ser tan provechoso como practicar Ejercicios
Espirituales o Retiros en un monasterio.
Me dirijo ahora a quienes desearían convertir el desplazamiento en enriquecimiento
bíblico, complemento de estudios teóricos. Pongo ejemplos. Visitar con piedad los
más insignes lugares, eso sí. Añádase viajar al norte y detenerse no solo en
Banyas, la Cesarea de Felipe evangélica y escuchar el eco de las palabras de Jesús:
¿y vosotros quien decís que soy yo?. Parase en el cercano Dan, para conocer el
templo rival del de Jerusalén, edificado a la muerte de Salomón. No olvidar pararse
en Corozaín, para ver la sinagoga con su “cátedra de Moises” (reproducida).
Bien aconsejado y con prudencia, puede uno adentrarse en tierras de Samaría.
Visitar la gran basílica que alberga el pozo de la samaritana y llegarse a Siquem, allí
donde empezó Dios a dar a conocer sus planes de salvación a Abraham, allí donde
Josué convocó a las tribus y erigió una piedra-testimonio y exigencia, que
reclamaría fidelidad a la Alianza. Cerca está Sebastiye y a no más de cuatro Km el
Garizín.
Al sur de Jerusalén, y sin ningún peligro, puede uno visitar Arad, con su templo
émulo del de Salomón. Con sus altares, estelas y recintos, bien conservados,
auténticos restos de aquel tiempo.
Aconsejado y con prudencia, puede uno visitar Hebrón, con su caverna de Macpelá
y el cercano lugar santo de Mambré, del dialogo amical y anuncio concreto de inicio
de promesas.
¿Quién se apunta?
Padre Pedrojosé Ynaraja