Voz del Papa
Fin del año litúrgico
José Martínez Colín
1) Para saber
Termina el año litúrgico. La Iglesia celebra en el último
domingo del tiempo ordinario, como culmen de todos los misterios,
a Jesucristo, Rey del Universo.
El Papa Benedicto XVI ha querido reflexionar el Salmo 109
cuyo sentido se dirige a celebrar precisamente al Mesías como un
rey victorioso y glorificado a la derecha de Dios.
El Salmo inicia con una declaracin solemne: “Dijo el Seor a
mi Señor: 'Siéntate a mi derecha, mientras yo pongo a tus enemigos
como estrado de tus pies'”. Dios mismo entroniza al Rey en la gloria,
haciéndole sentar a su derecha, el cual es un signo de grandísimo
honor y de absoluto privilegio. Así, el mesías, Jesucristo, que es Dios
y hombre es invitado a participar en el señorío divino, donde recibe
todo honor y gloria. A este pasaje se refiere el mismo Jesús a
propósito del Mesías (cfr Mt 22,41-45).
2) Para pensar
La gran tentación es destronar a Cristo para ponernos en su
lugar y sentirnos “reyes”, incluso lo cantamos: a pesar de todo…
“sigo siendo el rey”. Tal vez no lo hacemos conscientemente, pero
con nuestra indiferencia a la voluntad de Dios en la práctica lo
vivimos.
Por ello es bueno que se nos recuerde nuestro lugar, y Dios
habla de muchas maneras. Así le sucedió a un hombre que acababa
de ser elegido al Parlamento Británico.
Este hombre llevó muy orgulloso su familia a Londres. Se
sintió muy importante mientras les contaba a su esposa e hijos de
su nuevo empleo y los llevó a hacer un recorrido por la ciudad.
Cuando entraron en la Abadía de Westminster, su hija de 8 años se
quedó pasmada por el gran tamaño de la magnífica estructura. Su
orgulloso padre le preguntó: «Querida, ¿en qué estás pensando?»
Ella contestó: «Papi, estaba pensando en lo grande que eres en
nuestra casa, y lo pequeño que te ves aquí.»
Sin saberlo, aquella niña dijo algo que su padre necesitaba
escuchar. El orgullo puede infiltrarse en nuestra vida muy
fácilmente, y de vez en cuando, es bueno que a uno «le bajen los
humos». No olvidemos lo que el apóstol Santiago escribió: «Dios
resiste a los soberbios pero da gracia a los humildes» (Cap. 4,6).
3) Para vivir
San Josemaría nos propone entronizar la cruz de Cristo en el
lugar donde desarrollamos nuestras labores cotidianas, hacer que
ahí reine Cristo: “¡Qué hermosas esas cruces en la cumbre de los
montes, en lo alto de los grandes monumentos, en el pináculo de
las catedrales!... Pero la Cruz hay que insertarla también en las
entrañas del mundo.
Jesús quiere ser levantado en alto, ahí: en el ruido de las
fábricas y de los talleres, en el silencio de las bibliotecas, en el
fragor de las calles, en la quietud de los campos, en la intimidad de
las familias, en las asambleas, en los estadios... Allí donde un
cristiano gaste su vida honradamente, debe poner con su amor la
Cruz de Cristo, que atrae a Sí todas las cosas.” (Vía Crucis, 11a
Estación, n. 3).
Pidamos al Señor que nos ayude a vernos como realmente
somos. Con su ayuda, aprenderemos a deshacernos del necio
orgullo. Así contribuiremos a que el reinado de Cristo sea ya una
realidad y verdaderamente reine en nuestras almas y en el mundo.
José Martínez Colín es sacerdote, Ingeniero en Computación por la UNAM y Doctor en Filosofía por la
Universidad de Navarra
(e-mail: articulosdog@gmail.com )