Jamás dejó de amar
Ayer, cuando recordábamos el décimo aniversario de la muerte de la Madre Teresa
, he oído muchos comentarios, muchos testimonios, y de todos lo que he podido
destacar de esta menuda mujer físicamente, pero grandiosa en Amor, es que la
alegría que transmitía, la sacaba de la fuerza de la Eucaristía y la oración, con la
que empezaba cada día, antes de comenzar con sus pobres y enfermos. Jamás dejó
de amar y, por tanto, de estar alegre.
En estos tiempos de tanto olvido de Dios, no es extraño, se pretenda ridiculizar la
fe, no ya de las gentes sencillas sino de quienes entregan su vida para llevar el
consuelo a los más humildes, como hizo Madre Teresa. Decía la santa que: “la
alegría había sido dada al hombre para que se regocijara en Dios por la esperanza
del bien eterno, y que todos debiéramos preguntarnos si en verdad hemos
experimentado la alegría de amar, sabiendo que el amor verdadero nos puede
producir dolor”.
También Cristo no solamente amó en este mundo, sino que demostró su Amor
mediante su sufrimiento en la Cruz.
Elena Baeza Villena