“¿Quiere ser feliz? Hágase sacerdote, bombero o fisioterapeuta”
Bajo este título, publicaba el diario El País el pasado día 23 de noviembre un
estudio confeccionado por el Centro Nacional de Investigación de Opinión de la
Universidad de Chicago, en el que casi todas las profesiones consideradas más
gratificantes comparten dos características: poca remuneración económica y
entrega a los demás.
El trabajo del sacerdote es el que encabeza la lista de los 10 empleos “más felices”,
seguido de los bomberos, que un 80% de ellos afirma sentirse “muy satisfecho” en
ayudar a la gente e incluso salvar vidas en muchas ocasiones.
Esto refleja una vez más que no es el dinero lo que nos da la “felicidad”. Ni el afán
de dinero o bienes materiales, ni la adicción al sexo ni el ansia de poder, fama o
triunfos mundanos, pueden satisfacer plenamente.
La puerta de la felicidad se abre hacia afuera afirmaba Víktor Frankl recordando a
Kierkegaard, debemos buscar la felicidad con la mirada puesta en el espíritu de
servicio, en ese darnos a los demás.
La gente no es feliz porque no busca ni ha encontrado a Dios, el único capaz de
satisfacer las apetencias infinitas de amor y felicidad que alberga el corazón
humano. Y, recordemos que Dios sigue llamando, lo que ocurre que no encuentra
respuestas.
Elena Baeza Villena