EL ENTUSIASMO NO SE TARIFA
Padre Pedrojosé Ynaraja
Hoy en día, nada tiene valor si no tiene precio en las tiendas, aunque sea en tiempo
de rebajas. En otro campo muy diferente, se paga una conferencia, que
previamente se anuncia en elegantes cartulinas, posteriormente se le dedica un
espacio en las secciones de crítica de las revistas especializadas, por parte de
profesionales. Pero gente inquieta se reúne, anónimos hijos de vecino interesados
buscan contactos personales, jóvenes que se inician libremente en la vida que
pronto será adulta, tratan de conocer y contactar con personas que creen que
desvelarán o acelerarán su curiosidad. Ambos son fenómenos paralelos, de los que
se tiene opuesta opinión.
Del contenido señalado en el primer párrafo quedará constancia escrita, se hará eco
la prensa la radio o la TV. A lo que me refería en el segundo, difícilmente suscitará
interés público.
Y, no obstante, el silencio de estos encuentros, tal vez incluso furtivos, puede
resultar enormemente enriquecedor. Los primeros aprendices de Iglesia, se
iniciaron como consecuencia de un día pasado con el Señor, en su casa, en un
territorio aislado, abrupto, plagado de meandros que desconciertan al viajero, junto
a la desembocadura del Jordán en el Mar Muerto. Pasaron los años, digamos 60, y
todavía Juan se acuerda de la hora del encuentro. (Jn 1,40), fue tanto el impacto
que le causó.
Un profesional, sicólogo, siquiatra o trabajador social, que recibe en su despacho, a
hora fijada de antemano y precio establecido, tiene categoría social. Un sacerdote
anónimo, al que se le encuentra en casa a cualquier hora y pasa uno con él un rato
charlando informalmente, (ignorando seguramente que el tal no improvisa, que
como no es un cristiano irresponsable, intuye que tal vez el Señor ha puesto su
confianza en él, para que esta entrevista responda a los anhelos del que se la ha
acercado y que a la conversación seguirá un rato de oración, “ para que la simiente
del Reino que con sus palabras ha sembrado, germine y crezca para la vida eterna”,
preciosa oración de Completas de los lunes) puede ser un hombre simpático y
bonachón, original y entretenido, pero difícilmente se le tomará en serio. Hasta
hace muy poco, podía leerse en la prensa diaria: fulano de tal, después de reñidas
oposiciones, ha ganado la plaza de canónigo, de la que el día tal tomará posesión.
Pero nunca: este sacerdote visita a los enfermos de la residencia, acude de
inmediato cuando sabe que un enfermo se siente solo en el hospital, su casa, un
poco o muy destartalada, está abierta a todo el mundo, marginados de la sociedad
y de la Iglesia, incluidos. Y que conste que no recuerdo que en los documentos del
Vaticano II se hable de los canónigos y la expresión “puerta abierta a todos” es
textual, del decreto de presbíteros.
Encontramos otro ejemplo en el mismo evangelio de Juan, en el encuentro con
Nicodemo, que acude a hurtadillas y el Maestro se permite, en algún momento,
utilizar una expresión irónica, cosa sorprendente en Él. Y no digamos cuando va al
alcance de los discípulos que van decaídos a Emaus. Primera catequesis
evangelizadora, el mismo día de su Resurrección. Probablemente uno de ellos era
primo suyo y ya se sabe lo difícil que cuesta tener una conversación confidencial,
instructiva y exigente con un familiar, de aquí que se presentara “camuflado”.
Las acciones de Jesús de las que vengo hablando, tienen en común que se realizan
en privado, pero no por ello dejan de tener gran trascendencia. De lo que estamos
convencidos es de que en aquellos encuentros, no desarrolló el Señor el contenido
de su Tesis (hasta Pentecostés, no sabemos que se le hubiera concedido el
doctorado en Mesianidad). Ni les aburrió con doctas doctrinas extraídas de los
rabinos, especialistas de la Ley . El Maestro entusiasmó a sus compañeros
hablándoles de su misión y de la lealtad con que la iba cumpliendo, de acuerdo con
el encargo que le dio su Padre.
Las crónicas de Iglesia hablan de nombramientos, en territorios parroquiales, en
capítulos canonicales, cuando se trata de la clerecía. De presidencias,
vicepresidencias y secretariados, decanatos y Vicarías también. Es preciso
mantener la estructura. Pero la vitalidad, tal vez quien la suministre a granel, son
anónimos entusiasmados, que nadie los nombró, que nadie les paga, que sus
actividades no están tarifadas, pese a ser elegidos del Espíritu.
Padre Pedrojosé Ynaraja