NO HAY QUE OLVIDAR LA IGNORANCIA Y EL DESINTERÉS
Padre Pedrojosé Ynaraja
Si un supuesto marciano se acercara a la tierra y quisiera conocer la idiosincrasia
humana, si, abiertos de par en par sus ojos, observase nuestros paisajes y nuestros
monumentos, con seguridad se interesaría por quienes los han edificado, quien hay
dentro y que finalidad cumplen. Posiblemente los vería vacios y creería que son de
un pasado que no cuenta. Tendría la misma sensación que la nuestra, al
contemplar dólmenes y menhires. Al observar movimientos, quedaría
desconcertado. Le resultaría imposible descubrir un común sentir, si coleccionara
imágenes de futbol junto a desfiles carnavalescos, guerras sofisticadas, costosos
trasportes de mercancías, cofres de enigmáticos contenidos, procesiones, sínodos o
concilios, de personas de atavío multicolor, etc. Pensaría que había observado
restos de una civilización a punto de extinguirse. No entendiendo nuestro proceder,
se volvería a su planeta indiferente. Muchos de los nuestros, después de un viaje,
no serían de diferente opinión. Si algo creen saber de nuestra religiosidad, será
consecuencia de titulares que se difunden por los medios. Y, lo repito con
frecuencia, no es esta la realidad. Nunca he aspirado a elevarme en el escalafón de
la clerecía. Si he hablado con obispos o cardenales, nunca la conversación me han
impresionado tanto como las palabras de un sencillo hermano lego, una hermana
cocinera, o la confidencia de un humilde cristiano, contemplativo o servidor de
pobres, (algunos de ellos obispos, pero son excepciones), emigrantes obligados a
estar conmigo por su carencia de medios para subsistir o buscando conseguirlo
para sus hijos.
La falsa opinión que se tiene con frecuencia de la Iglesia, la ignorancia de su
doctrina, contrasta con el interés, casi nunca manifestado, por Algo o Alguien
superior, que llene de satisfacción su alma. Me referiré a una experiencia que a mí,
repleto de iniciativas y fracasos, me ha marcado. Se trata de las JMJ de Madrid.
Daré una prueba que no he visto mencionada en ningún sitio, tal vez por
considerarla banal.
En la mochila que se recibía al inscribirse, había un montón de cosas. A muchos,
algunas o todas, no les interesaban. Una práctica corriente es ponerlas a la venta
en eBay. Se desprende uno y se aprovecha otro, con velocidad y gran facilidad,
sobre todo si se hace por paypal.
Tuve interés desde el primer día, por adquirir el Youcat. El mío lo había regalado y
deseaba tener otro. En eBay, tecleando JMJ, encuentra uno todo lo que circulaba
aquellos día en el mundillo del encuentro. Pues bien, por más que he consultado, y
lo he hecho desde mi vuelta a casa hasta el presente, lo único que no he
encontrado ha sido este libro. Advierto que poseo, comprados, algunos ejemplares
y regalado unos cuantos más. Los que he ofrecido o he recomendado, han gustado
y se han interesado en su lectura. Me han confiado algunos que lo han consultado y
no han encontrado respuesta a lo que querían saber. Señal de que el librito lo
habían leído con tal interés, que habían descubierto sus limitaciones. Advierto que
los que uno compra, su contenido es idéntico del que se recibía en la mochila, pero
les falta una frase de la cubierta: este es un regalo personal del Papa.
Añado que aquellos mismos días, me presté al ministerio del perdón, en el
impresionante paseo de los 200 confesonarios. Ni recuerdo, ni podría contar, lo que
escuché. Pero no fueron rutinarias confesiones.
Estos días, las estadísticas dicen que a partir de aquel mes, el porcentaje de
asistencia a misa ha aumentado. Los agoreros que anunciaron el fracaso, los que,
desde espacios eclesiales, lo boicotearon, los que lo ignoraron, desde sus
particulares cubículos, no veo que analicen estos dos anecdóticos ejemplos que
para mí son elocuentes.
Padre Pedrojosé Ynaraja