Minorías dentro de minorías
P. Fernando Pascual
25-2-2012
La aspiración a la independencia de un territorio se construye sobre diversos principios. Uno de
ellos consiste en el principio de autodeterminación, según el cual cada “pueblo” tendría el derecho a
decidir si se organiza en un Estado independiente o si permanece unido a una estructura estatal más
amplia.
Este principio tropieza con problemas más o menos serios a la hora de ser aplicado. Uno consiste
precisamente en la definición de lo que sea “pueblo”. ¿Qué se entiende por un pueblo? ¿Una unidad
lingüística, racial, histórica, económica? ¿Un simple territorio dotado de cierta homogeneidad?
El referéndum de febrero de 2012 en algunas provincias del norte del Kosovo plantea en parte el
problema anterior, y pone en evidencia otro: ¿qué ocurre cuando en un territorio existen minorías
más o menos agrupadas que no aceptan lo que decían las mayorías?
El Kosovo era un territorio dentro de un Estado más grande, Serbia, en el que vivía una importante
minoría de origen albanés. Pero en ese territorio, de una minoría, hay zonas geográficas donde vive
una minoría serbia (minoría respecto del Kosovo) que no acepta la idea de someterse a un Estado
dominado por la población albanesa.
Aquí radica uno de los puntos más débiles de muchos que defienden el derecho a la
autodeterminación de los pueblos: quieren que el voto se realice en un territorio donde están
seguros de obtener una amplia mayoría (la de su “minoría”), pero rechazan el que se puedan tener
consultas populares en aquellos lugares donde la gente votaría en contra de la independencia o a
favor de la creación de subestados.
En otras palabras, grupos que defienden y promueven votaciones sobre la independencia de un
territorio usan el principio de autodeterminación sólo mientras les conviene. Por eso organizan la
consulta popular de forma que obtengan un amplio sí para una zona geográfica más o menos
amplia. En cambio, rechazan tal principio si algunos pueblos o ciudades, que no desean la
independencia sino que prefieren permanecer unidos al Estado en el que ahora viven, piden ser
respetados en el ejercicio del mismo derecho de autodeterminación.
Este tipo de situaciones evidencia que el principio de autodeterminación no se basa simplemente en
el respeto a la voluntad popular, sino en ideas y prejuicios de grupos fuertes, mayoritarios en ciertas
zonas geográficas, que buscan imponer sus ideas, incluso con el recurso a métodos más o menos
violentos, a las minorías que no aceptan sus proyectos.
La comunidad internacional no puede dejar de lado este tipo de situaciones. Ninguna independencia
será justa si va contra derechos humanos fundamentales, uno de los cuales consiste en el respeto al
derecho a decidir sobre el sistema político por parte de los distintos grupos que viven en un mismo
territorio. Por lo mismo, no tiene sentido pedir la independencia para respetar el deseo popular de
una “minoría” si, al mismo tiempo, se busca pisotear el derecho de otras “minorías” a decidir su
propio destino: entrar a formar parte del nuevo Estado que surge, o permanecer en el antiguo Estado
al que antes pertenecían.