El sentido del trabajo en el hombre, criatura de Dios.
1. La realidad
“creatural”
dignificante del
hombre.
Leyendo y
reflexionando la
Palabra de Dios
encontramos el
sentido pleno de
nuestra
vida
humana.
Dentro de este
sentido de nuestra vida hallamos las distintas características que nos
identifica como seres humanos, criaturas racionales, que en el hecho
de la creación libre que Dios hace de nosotros se vislumbra la
dignidad con la que hemos sido revestidos.
El libro del Génesis nos presenta la voluntad de Dios que dice en el
origendelocreatural“Hagamosalhombreanuestraimagen,según
nuestrasemejanza”(Gén1,26)
De entrada se enseña que el hombre es el único que comparte desde su
misterio , el Misterio de Dios.
Grandeza del hombre que hace exclamaralsalmista“lverelcielo,
obra de tus manos, la luna y las estrellas que has creado: ¿qué es el
hombre para que pienses en él, el ser humano, para que lo cuides?”
(Salmo 8, vv. 4 y 5). Es que el ser humano resplandece en su
existencia como aquel que tiene sentido por sí, “vocado” a la
comunión con Dios.
El ser “vocado”, esto es, llamado a la existencia plena, relaciona al
hombre directamente con su Creador. Y para que cumpla con su
peculiar llamado, Dios crea a las demás criaturas que pueblan la tierra.
Es el hombre “el grande “entrelospequeñosTalgrandezahacequeel
hombrehayasidocreadoun“pocoinferioralosángeles”,quehaya
sidocoronadode“gloriayesplendor”,queselehayadado“dominio
sobrelaobradetusmanos(lasdeDios)”yque todo haya sido puesto
bajo sus pies. (cf. salmo 8, 6 y 7).
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El Génesis respira entonces un clima de grandeza humana que nace
de la Grandeza de su Creador.
De allí que el hombre pueda realizarse sólo en la comunión con
Dios, reconociendo su dependencia creatural con El y manteniendo
el señorío -servicio que Dios le ha otorgado.
De hecho el mundo actual que se ha olvidado de Dios, o por lo menos lo
mira con indiferencia, presenta muchas veces una realidad humana
insatisfecha, cerrada en sí misma, y por lo tanto dispersa en la
desorientación.
Y esto porque al no reconocer a su Creador, se minimiza como
criatura No está la grandeza del hombre en querer “ser como
Dios,”sino en asumirse plenamente como criatura, llamado a la
comunión con el que le dio el ser y lo destinó a la perfección.
2. El señorío del hombre en dar la vida .
Sigue diciendo el Génesis (1,28) acerca del varón y de la mujer que
creó Dios “sed fecundos, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla”
Fecundidad no sólo en transmitir la vida, vocación humana a pro-
crear con Dios nuevas e incontables imágenes y semejanzas suyas,
sino fecundidad en hacer producir la tierra según el plan de Dios.
Se despliega así el señorío del hombre sobre todo lo creado, no para
abusar de la naturaleza y esclavizarse a ella, sino para descubrir su
insondable riqueza y capacidad para expresar la infinita bondad
del Creador.
Ser Señor de lo creado es continuar la obra del Creador en el
despliegue de su infinita riqueza.
Ser Señor de lo creado es descubrir que todos los bienes son del y
para el hombre, y que el hombre no es más que administrador
sabio que reparte a cada hermano lo que necesita para crecer como
imagen de Dios.
En su señorío sobre lo creado, el hombre sirve a lo creatural
permitiendo con su inteligencia y voluntad que aquello que no es él,
aparezca claramente en su diferenciación como “vestigio” de Dios
que sirve al que es “imagen de Dios”
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De esa manera, el hombre se dirige permanentemente a la verdad con
su inteligencia, y al bien con su voluntad.
Y es esta apertura a la verdad y al bien lo que lo hace realmente libre
de toda atadura de lo creatural.
Justamente esta carencia de orientación a la verdad y al bien, es lo
que conduce en la actualidad, a que el hombre esté “alienado” en
las cosas, subordinado a ellas, perdiendo así su señorío de imagen y
semejanza.
Pero el hombre manifiesta también su Señorío cuando sirve a la vida.
Creado para “dar vida”, cooperando con el que es dador de vida, el
hombre manifiesta su señorío cuando dominando la tentación de
disponer a su arbitrio en este campo, sirve a la vida reconociendo
que su capacidad para pro-crear es don y tarea a la vez.
Es señor en cuanto “don” cuando encauzando sus propios instintos y el
espejismo de poderlo todo, sirve a la vida según el plan del Creador,
entendiendo que es mejor cuando sirve y no cuando se sirve a su
antojo de lo que Dios le ha dado.
Es señor en cuanto “tarea ”, porque al pro-crear permite que sean
innúmeros los “imagen y semejanza “delCreadorquesesientanenla
mesa del pan material y aspiren desde aquí a participar del banquete
eterno.
3. El señorío del hombre en el desarrollo de lo creado por el
trabajo.
Es en el trabajo donde el hombre realiza también adecuadamente su
señorío, porque allí pone su inteligencia y voluntad al servicio de la
verdad y el bien.
De la verdad, porque “educa”, es decir saca a la luz la verdad del ser
de las cosas, subordinado a todo lo humano.
Del bien , porque descubre que las obras de la creación divina, están
para ayudar a la realización de las personas.
En el trabajo cotidiano, el hombre realiza el proyecto divino de mostrar
la belleza de lo creado, quedando patente así, la grandeza y perfección
de quien hizo todo.
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Por el trabajo cotidiano el hombre obtiene el pan para la mesa de los
suyos y lo comparte con los otros, descubriendo su apertura a la
alteridad.
Es por el trabajo que las cosas creadas cantan permanentemente un
himno de alabanza al Creador al mostrar sus perfecciones, pero al
señalar que su grandeza es insignificante al compararla con la de
quien es “imagen y semejanza de Dios”, único constituido para
dialogar con el Creador, abierto siempre a la trascendencia.
El trabajo con sudor expresa que el trabajador da lo mejor de sí en lo
que hace, siempre en máxima tensión de sus potencialidades.
De allí que cuando el hombre carece de trabajo se sienta
empequeñecido, no sólo porque no tiene el pan para llevar a su
mesa , -signo de su fecundidad industriosa-, sino también porque deja
de manifestar de qué es capaz en la tarea constructiva que el Creador
le ha encomendado.
Es por eso que cuando los poderes de este mundo no facilitan o no
crean fuentes de trabajo, no sólo empujan a sus hermanos a vivir en
la pobreza, sino que quitan al hombre la posibilidad de ser
personas co-creadoras con Dios.
Otorgar sólo “planes” paliativos, verdaderos remedos del trabajo,
es querer alimentar con las migajas de la mesa del rico, la dignidad
del hombre.
Al faltar trabajo aumenta la pobreza de muchos que carecen de la
riqueza de dar a luz sus reales posibilidades.
En fin, cuando el hombre descubre y ejerce su señorío sobre lo
creado, sirviendo a sus hermanos, se somete humildemente en todo
lo que hace al único Señorío supremo, el de Dios.
4. El trabajo ordenable y ordenado a Dios.
Cuando falta el trabajo, se condena al hombre a no cantar las
maravillas del Señor, a no poder ordenar lo mejor de sí a quien lo ha
creado.
Esta es otra verdad inherente al trabajo dignificante: ordenar todo
lo creado a Dios.
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Así lo confirma san Pablo (Colosenses 3, 17 y 23) “Todo lo que podáis
decir o realizar, hacedlo siempre en nombre del Señor Jesús, dando
gracias por él a Dios Padre Cualquiera que sea vuestro trabajo,
hacedlo de todo corazón, teniendo en cuenta que es para el Señor y
no para los hombres”
Esta afirmación del Apóstol nos sitúa en el centro de una verdad
incontrastable: todo trabajo debe ser ordenado a Dios. Y sólo puede
ser ordenado a Dios lo que es verdadero y bueno. Verdadero en
cuanto respeta el ser creatural del hombre, bueno en cuanto
ennoblece al que lo realiza.
Esto nos hace ver el delirio en el que caen los que defienden como
trabajo aquello que degrada al hombre en su ser y en su obrar.
Y así, por poner un ejemplo, cuando en la provincia de Santa Fe se
habló hace ya un tiempo de legislar dando un marco legal a las así
llamadas “trabajadoras sexuales”, se afrentó al ser humano al
querer condenarlo a vivir en la mentira de un “ilusorio” trabajo y
en el mal de un actuar degradante. En rigor se pensaba legislar
afianzando la esclavitud de la mujer.
Tal“trabajo”,aligualque otros que comercian con las debilidades
humanas, o con el fomento del juego desenfrenado, o la drogadicción, y
la pornografía, o la existencia de zonas liberadas para el delito, o la
usura institucionalizada, son obras propias de las tinieblas que jamás
pueden conciliarse con el sentido verdadero del trabajo ya que no
pueden ser ordenadas al Creador.
No es excusa el decir que permitir estas cosas satisface necesidades
reales de la población ya que “vuestro trabajoes para el Señor y
no para los hombres”
Un verdadero y buen marco legal , en cambio, es el de respetar el
señorío del ser humano creando ámbitos para sacarlo de lo denigrante,
de una esclavitud cada vez más despiadada , ofreciéndole posibilidades
de un trabajo que enaltezca el quehacer humano permitiendo
potenciar las cualidades personales.
5. San José modelo de trabajador
Juan Pablo II en la Exhortación Apostólica Redemtoris Custos
(Custodio del redentor) dedicada a San José, esposo de la
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bienaventurada Virgen María se refiere en los números 22 a 24 al
trabajo como expresión del amor.
DiceJuanPabloII“expresióndeesteamorenlavidadelafamiliade
Nazaret es el trabajo” (nº 22) José como carpintero “trataba de
asegurarelmantenimientodelafamilia”
La Sagrada Familia es ejemplo y modelo no sólo en orden de la
salvación y de la santidad, sino también en “el trabajo de Jesús al lado
de José, el carpintero”
Sigue reflexionando el Pontífice en el nº 23“Enelcrecimientohumano
deJesús“ensabiduría,edadygracia” representó una parte notable la
virtud de la laboriosidad, al ser “el trabajo un bien del hombre” que
“transforma la naturaleza” y que hace al hombre “en cierto sentido
más hombre”
¡Qué necesidad tiene nuestra Patria de una cultura del trabajo que
permita al hombre dar lo mejor de sí y sacar a la luz las potencialidades
que la creación toda ofrece!
¡Qué necesidad tenemos que el trabajo no se vea como medio para
saciar el deseo insatisfecho del lucro desmedido, a expensas de la
búsqueda de una vida austera que aspire a la sencillez y a saber comer
el pan con alegría y con los demás !
¡Qué necesidad tenemos de vencer la holgazanería, el deseo
irrefrenable de obtener rápidas ganancias sin esfuerzo y sin virtud !
¡Qué falta nos hace aprender aquello de dedicarnos según los dones
que del Señor hemos recibido y no creernos, por afán de poder o de
lucro, que es lícito embarcarnos en aquello para lo cual no somos
idóneos!
¡Qué falta hace ganar el pan con el esfuerzo personal y no con la
facilidad que la coima otorga!
Se hace cada vez más actual lo que decía Juan Pablo II (nº 24) en el
sentido de que “se trata, en definitiva, de la santificación de la vida
cotidiana, que cada uno debe alcanzar según el propio estado y que
puedeserfomentadasegúnunmodeloaccesibleatodos“SanJosées
el modelo de los humildes, que el cristianismo eleva a grandes
destinos, San José es la prueba de que para ser buenos y auténticos
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seguidoresdeCristonosenecesitan“grandescosas”,sinoque se
requieren solamente las virtudes comunes, humanas, sencillas,
pero verdaderas y auténticas”
6. El trabajo y la solidaridad
Decía bellamente Pablo VI al pueblo mexicano con motivo de la fiesta
de Ntra Señora de Guadalupe (L´Osservatore romano,18 de octubre de
1970)“Uncristianonopuedemenosquedemostrar su solidaridad
para solucionar la situación de aquellos a quienes aún no ha
llegado el pan de la cultura o la oportunidad de un trabajo
honorable y justamente remunerado , no puede quedar insensible
mientas las nuevas generaciones no encuentren el cauce para hacer
realidad sus legítimas aspiraciones, y mientras una parte de la
humanidad siga estando marginada a las ventajas de la civilización y
delprogresoOsexhortamosdecorazóna dar a vuestra vida
cristiana un marcado sentido social –como pide el Concilio-, que os
haga estar siempre en primera línea en todos los esfuerzos para el
progreso y en todas las iniciativas para mejorar la situación de los
que sufren necesidad. Ved en cada hombre un hermano, y cada
hermano a Cristo , de manera que el amor a Dios y el amor al prójimo
se unan en un mismo amor, vivo y operante, que es lo único que puede
redimir las miserias del mundo, renovándolo en su raíz más honda, el
corazóndelhombre”
Ycontinúaelpapa“ El que tiene mucho que sea consciente de su
obligación de servir y de contribuir con generosidad para el bien de
todos. El que tiene poco o no tiene nada que, mediante la ayuda de
una sociedad justa, se esfuerce en superarse y en elevarse a sí
mismo y aun a cooperar al progreso de los que sufren su misma
situación . Y, todos, sentid el deber de uniros fraternalmente para
ayudaraforjaresemundonuevoqueanhelalahumanidad”
30 de abril de 2006
Cngo Ricardo B. Mazza . DirectordelCEPS“SantoTomásMoro”.
Profesor Titular de Teología Moral y Doctrina Social de la Iglesia en la
Universidad Católica de Santa Fe. ribamazza@gmail.com .
http://ricardomazza.blogspot.com .
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