La Voz del Papa
La resurrección y nosotros
José Martínez Colín
1) Para saber
En este tiempo pascual, el Papa Benedicto XVI ha externado
unas reflexiones sobre la Resurrección de Jesucristo. Comentaba
que cuando llegaron las mujeres al sepulcro buscando el cuerpo
muerto de Jesús, el mensajero de Dios, vestido de blanco, les dijo:
«¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? No está aquí, ha
resucitado» (Mc 16, 6). Este anuncio nos lo dice también a
nosotros: Jesús no es un personaje del pasado, sino que vive.
Camina delante de nosotros y nos llama a seguirlo y, así, encontrar
también nosotros el camino de la vida.
La Iglesia dedica un tiempo, llamado pascual, en que nos
alegramos porque Cristo ahora pertenece al mundo de los vivos, no
al de los muertos; nos alegramos porque Él es –como proclamamos
en el rito del cirio pascual– Alfa y Omega. Si recordamos, Alfa y
Omega son, respectivamente, la primera y la última letra del
alfabeto griego. Cristo es el mismo ayer, hoy y lo será por toda la
eternidad (cf. Hb 13, 8).
¿De qué modo nos afecta la resurrección de Cristo? El Papa
explica que es el salto más decisivo en absoluto hacia una
dimensión totalmente nueva que se haya producido jamás en la
larga historia de la vida, y nos afecta y atañe a toda la historia. Nos
atañe porque nos facilita entrar en esa “dimensión” que es la vida
eterna, la vida de la gracia.
Sabremos aprovecharla en la medida que seamos conscientes
de ese suceso y abramos nuestro corazón a los méritos que ya nos
ganó Jesucristo con su redención. Él ya hizo todo, ahora solo basta
que queramos y pongamos a la obra su voluntad expresada y
custodiada por su Iglesia.
2) Para pensar
Ante un mismo suceso se puede reaccionar de diferentes
maneras. A esto alude un texto llamado “La Piedra”:
El hombre distraído tropezó con ella.
El violento la utilizó como proyectil.
El niño la tiró al río.
El emprendedor construyó con ella.
El cazador mató a un animal.
El filósofo meditó sobre su existencia.
El campesino cansado la utilizó de asiento.
Drummond de Andrade (compositor brasileño) la poetizó.
David la utilizó para derrotar a Goliat.
El teólogo la vio como una criatura de Dios.
San Francisco agradeció a Dios la creación.
Y Michelangelo esculpió la más bella de las esculturas.
En todos los casos la diferencia no estuvo en la piedra sino en
el hombre…
De igual manera, ante los sucesos tan grandes que se han
conmemorado en el triduo Pascual, como la Pasión, Muerte y
Resurrección de Cristo, se puede reaccionar de modo diferente: ser
indiferentes, incrédulos, o maravillarnos, ser agradecidos y
aprovechar esa vida eterna que ya nos ganó.
3) Para vivir
La muerte de Cristo fue un acto de amor. Este acontecimiento
no podría ser en el fondo indiferente para nosotros. Ante la
pregunta, ¿cómo puede hacer llegar efectivamente la resurrección
de Cristo hasta mí? Responde el Papa: me llega mediante la fe y el
bautismo. Por eso el Bautismo es parte de la Misa en la Vigilia
pascual al administrar los sacramentos de la iniciación cristiana a
muchos adultos en iglesias de todo el mundo.
En el Bautismo se da ese salto cualitativo, no quedándose en
un acto de socialización o simple limpieza del alma. Es realmente
muerte y resurrección, renacimiento, transformación en una nueva
vida, que hay que seguir cuidándola y alimentándola con la
Eucaristía.
José Martínez Colín es sacerdote, Ingeniero en Computación por la UNAM y Doctor en Filosofía por la
Universidad de Navarra
(e-mail: articulosdog@gmail.com )