Discutir en vez de disputar
¿Respetamos a nuestros adversarios?
Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
La paz es comúnmente aceptada y la lucha por obtenerla da
sentido a muchos movimientos sociales. Sin embargo no siempre se
está de acuerdo en los medios para conseguirla, sobre todo cuando
afecta a los intereses personales.
La paz exige una tolerancia mutua, la cual no es una simple
permisividad en que se acepta cualquier postura, sino que supone
respeto. En cualquier ámbito debe imperar la paz: deportivo,
familiar, político, etc. No se trata solo de soportar o aguantar a
quien defiende una posición distinta de la personal, sino de
fomentar y agradecer que se exprese, prestándole suma atención.
2) Para pensar
El escritor Alfonso Aguiló relata la historia de un pequeño
cacique de una modesta población.
Se trataba de una persona que era alcalde de esa minúscula
ciudad desde hacía muchos años, y nadie se atrevía a presentarse
en las sucesivas elecciones municipales. Su dominio era completo.
Nadie podía hacerle sombra ni rechistar sus órdenes. Toda decisión,
hasta la más pequeña, pasaba por la mesa de su despacho.
Pasaron los años y un buen día, ante el asombro de todos,
apareció otro candidato. Las siguientes elecciones ya no serían la
historia de siempre. Se prometían realmente interesantes.
El eterno alcalde se sintió afrentado. Que alguien tuviera la
desfachatez de hacerle la competencia era algo intolerable. No es
que simplemente le molestara, es que no lo podía entender.
El insólito rival lanzó su programa, distribuyó su propaganda,
hizo sus promesas, y llegó por fin el momento de que las urnas
resolvieran aquella confrontación. La expectación fue grande. Todo
era muy distinto que las veces anteriores.
Al final, por un estrecho margen, el nuevo candidato fue
derrotado y el viejo cacique pudo respirar tranquilo. Enseguida hizo
unas declaraciones a la prensa local. El recién reelegido alcalde
estaba radiante de alegría. Tanto, que haciendo acopio de buenos
sentimientos se refirió al vencido contrincante y dijo con voz
solemne: "Le perdono".
Pensemos si también hoy, quizá alguna vez nos puede pasar,
a nuestro nivel, algo parecido a lo que sucedió a este singular
alcalde.
Podemos llegar, curiosamente, a considerar una ofensa que
nos lleven la contraria, o que nos hagan legítima competencia, o
que piensen de forma distinta a nosotros y lo manifiesten
públicamente.
3) Para vivir
No es lo mismo discutir que disputar. Se puede discutir
pacíficamente en donde las partes en conflicto expresen las razones
por las cuales defienden su postura. La discusión es para examinar
atentamente una afirmación. En cambio, la disputa implica cierta
agresividad, se hace de modo terco, necio e incluso violento. Es la
soberbia la que intenta imponerse a los demás, lo cual manifiesta
una falta de equilibrio y de seguridad personal.
Detrás de cualquier problema en la educación hay siempre un
principio de soberbia. Son actitudes en las que se manifiesta ese
pequeño tirano que todos llevamos dentro. Actitudes que si las
viéramos desde fuera de nosotros nos parecerían tan ridículas o más
que la de este alcalde a quien tanto costó perdonar al que había
osado hacerle la legítima competencia en unas elecciones libres.
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