JUNIO, MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
Padre Félix Castro Morales
Durante el mes de junio la piedad popular cristiana, siguiendo una hermosa
tradición, orienta nuestro espíritu hacia el misterio del Corazón de Jesús, cuya
solemnidad celebraremos el viernes 15 de junio.
1. FIESTAS DESPUÉS DE LA PASCUA
Pero antes de entrar en el tema propuesto, recordemos, que después del tiempo
pascual, que culminó en la fiesta de Pentecostés, la liturgia prevé tres solemnidades
del Señor:
1) la Santísima Trinidad: misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el
misterio de Dios en sí mismo. Es la fuente de todos los otros misterios de la fe. Es
la enseanza más fundamental y esencial en la “jerarquía de las verdades de fe”.
“Toda la historia de la salvacin no es otra cosa que la historia del camino y los
medios por los cuales el Dios verdadero y único, Padre, Hijo y Espíritu Santo, se
revela, reconcilia consigo a los hombres, apartados por el pecado, y se une con
ellos”.» (CIgC 234)
2) el Corpus Christi : el sacramento de la Eucaristía: misterio del Cuerpo
entregado y la Sangre derramada de Jesús para la vida del mundo, ilumina de
manera muy particular el ministerio de los sacerdotes. En esta Solemnidad, la
mirada de los creyentes se concentra en el Sacramento, donde Cristo se nos da
totalmente a sí mismo: cuerpo, sangre, alma y divinidad. Por eso siempre ha sido
considerado el más santo: el “santísimo Sacramento”, memorial vivo del sacrificio
redentor.
3) y la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús , el próximo 15 de junio
celebraremos la solemnidad del Sagrado Corazn de Jesús. “Es una fiesta litúrgica
que irradia una peculiar tonalidad espiritual sobre todo el mes de junio. Es
importante que en los fieles siga viva la sensibilidad ante el mensaje que de ella
brota: en el Corazón de Cristo el amor de Dios salió al encuentro de la humanidad
entera. La imagen del Sagrado Corazón de Jesús nos recuerda el núcleo central de
nuestra fe: todo lo que Dios nos ama con su Corazón y todo lo que nosotros, por
tanto, le debemos amar. Jesús tiene un Corazón que ama sin medida” (Juan Pablo
II, 8 de junio de 1994).
2. EL AMOR DE DIOS AL HOMBRE EN SU HIJO
En efecto, Jesús tanto nos ama, que sufre cuando su inmenso amor no es
correspondido. La Iglesia dedica todo el mes de junio al Sagrado Corazón de Jesús,
con la finalidad de que los católicos lo veneremos, lo honremos y lo imitemos
especialmente en estos 30 días.
Esto significa que debemos vivir este mes demostrándole a Jesús con nuestras
obras que lo amamos, que correspondemos al gran amor que Él nos tiene y que nos
ha demostrado entregándose a la muerte por nosotros, quedándose en la Eucaristía
y enseñándonos el camino a la vida eterna.
Todos los días podemos acercarnos a Jesús o alejarnos de Él. De nosotros depende,
ya que Él siempre nos está esperando y amando. Debemos vivir recordándolo y
pensar cada vez que actuamos: ¿Qué haría Jesús en esta situación, qué le dictaría
su Corazón? Y eso es lo que debemos hacer (ante un problema en la familia, en el
trabajo, en nuestra comunidad, con nuestras amistades, etc.).
Debemos, por tanto, pensar si las obras o acciones que vamos a hacer nos alejan o
acercan a Dios. Tener en casa o en el trabajo una imagen del Sagrado Corazón de
Jesús, nos ayuda a recordar su gran amor y a imitarlo en este mes de junio y
durante todo el ao; ya que “El Corazn de Cristo es la sede universal de la
comunión con Dios Padre, es la sede del Espíritu Santo. Para conocer a Dios, es
preciso conocer a Jesús y vivir en sintonía con su Corazón, amando, como él, a Dios
y al prjimo” (Ibidem Juan Pablo II).
La devoción al Sagrado Corazón se desarrolló bajo el impulso de las experiencias
místicas de santa Margarita María Alacoque. La devoción al Corazón de Jesús ofrece
al mundo de hoy una propuesta de auténtica y armoniosa plenitud en la perspectiva
de la esperanza que no defrauda: “del Corazn del Hijo de Dios, muerto en la cruz,
ha brotado la fuente perenne de la vida que da esperanza a todo hombre. Del
Corazn de Cristo crucificado nace la nueva humanidad, redimida del pecado”
(Ibidem). Todos, lo sepamos o no, tenemos necesidad del Corazón de Cristo para
conocer a Dios y para conocernos a nosotros mismos; tenemos necesidad de él
para construir la civilización del amor.
3. EL MISTERIO DEL AMOR EN EL CORAZÓN DE CRISTO
“Con amor eterno te amé” (Jer 31, 3). Estas maravillosas palabras de la Sagrada
Escritura vienen a la mente, cuando la Iglesia se recoge en torno al Corazón de
Jesús, meditando sus misterios, de forma especial, en este mes de junio. En la
persona y en la vida de Jesús, las afirmaciones bíblicas sobre el amor eterno de
Dios, que se reveló en el corazón del Dios-Hombre, tienen su cabal cumplimiento.
El amor se asocia siempre al corazón. El Apóstol lo asoció precisamente al Corazón
que fue traspasado por la lanza del centurión en el Gólgota. En ese gesto se reveló
hasta el fondo el amor con que el Padre amó al mundo. Lo amó tan intensamente,
“que dio a su Hijo único” (Jn 3, 16). En ese corazn traspasado encontr su
expresión externa la dimensión del amor que es más grande que cualquier amor
creado.
El Corazón de Jesús se nos ofrece como testimonio viviente de la voluntad que Dios
tiene de salvarnos y de hacer que, según esta santa voluntad, podamos agradarle
“en nuestras intenciones y en nuestras obras”.
Rico en misericordia hacia todos los que están oprimidos por el pecado, el Sagrado
Corazón es principio y fundamento de paz y de verdadera esperanza. Jesús
devuelve a todo hombre a la comunión con el Padre, atrayendo hacia sí mismo,
desde la cruz, la mirada de cuantos buscan la salvación (cf. Jn 19, 37). Su corazón
traspasado -recordémoslo siempre- es la fuente inagotable de la caridad divina que
perdona, regenera y devuelve la vida.
Todo lo que Dios quería decirnos de sí mismo y de su amor, lo depositó en el
Corazón de Jesús y lo expresó mediante este Corazón. Nos encontramos frente a
un misterio inescrutable. A través del Corazón de Jesús leemos el eterno plan divino
de la salvación del mundo. Y se trata de un proyecto de amor.
4. LA CONSAGRACIÓN DEL GÉNERO HUMANO AL SAGRADO CORAZÓN DE
JESÚS
La consagración del género humano al Sagrado Corazón de Jesús, fue establecida
para toda la Iglesia por León XIII con la carta encíclica Annum sacrum (25 de mayo
de 1899: Leonis XIII P. M. Acta, XIX [1899] 71-80). Con esta consagración quería
conseguir “insignes frutos en primer lugar para la cristiandad, pero también para
toda la sociedad humana” (ib., o.c., p. 71). Al pedir que no sólo fueran consagrados
los creyentes, sino también todos los hombres, imprimía una orientación y un
sentido nuevos a la consagración que, desde hacía ya dos siglos, practicaban
personas, grupos, diócesis y naciones.
El creyente, al encontrar en el Sagrado Corazón el símbolo y la imagen viva de la
infinita caridad de Cristo, que por sí misma nos mueve a amarnos unos a otros, no
puede menos de sentir la exigencia de participar personalmente en la obra de la
salvación. Por eso, todo miembro de la Iglesia está invitado a ver en la
consagracin una entrega y una obligacin con respecto a Jesucristo, Rey “de los
hijos prdigos”, Rey que llama a todos “al puerto de la verdad y a la unidad de la
fe”, y Rey de todos los que esperan ser introducidos “en la luz de Dios y en su
reino” (Frmula de consagracin).
La consagración del género humano realizada en el año 1899 constituye un paso de
extraordinario relieve en el camino de la Iglesia, y todavía hoy se puede renovar
cada año en la fiesta del Sagrado Corazón. Siguen siendo actuales las palabras de
Len XIII: “Así pues, se debe recurrir a Aquel que es el camino, la verdad y la vida.
Si nos hemos desviado: debemos volver al camino; si se han ofuscado las mentes,
es preciso disipar la oscuridad con la luz de la verdad; y si la muerte ha
prevalecido, hay que hacer que triunfe la vida” (Annum sacrum, o.c., p. 78).
Frente a la tarea de la nueva evangelización, el cristiano que, contemplando el
Corazón de Cristo, Señor del tiempo y de la historia, se consagra a él y a la vez
consagra a sus hermanos, se redescubre portador de su luz. Animado por su
espíritu de servicio, contribuye a abrir a todos los seres humanos la perspectiva de
ser elevados hacia su plenitud personal y comunitaria. “Junto al Corazón de Cristo,
el corazón del hombre aprende a conocer el sentido verdadero y único de su vida y
de su destino, a comprender el valor de una vida auténticamente cristiana, a evitar
ciertas perversiones del corazón humano, a unir el amor filial hacia Dios con el
amor al prjimo” (Carta al prepsito general de la Compaía de Jesús, 5 de octubre
de 1986).
Por consiguiente, se trata de que todos los fieles cristianos contemplen con sentido
de adoración el misterio de Cristo, Hombre-Dios, a fin de que lleguen a ser hombres
y mujeres de vida interior, personas que sientan y vivan la llamada a la vida nueva,
a la santidad y a la reparación, que es cooperación apostólica a la salvación del
mundo; personas que se preparen para la nueva evangelización, reconociendo que
el Corazón de Cristo es el corazón de la Iglesia: urge que el mundo comprenda que
el cristianismo es la religión del amor.
5. LAS DOCE PROMESAS DEL SAGRADO CORAZÓN
La difusión de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús se debe a santa Margarita
de Alacoque a quien Jesús se le apareci con estas palabras: “Mira este corazn
mío, que a pesar de consumirse en amor abrasador por los hombres, no recibe de
los cristianos otra cosa que sacrilegio, desprecio, indiferencia e ingratitud, aún en el
mismo sacramento de mi amor. Pero lo que traspasa mi Corazón más
desgarradamente es que estos insultos los recibo de personas consagradas
especialmente a mi servicio”.
He aquí las promesas que hizo Jesús a Santa Margarita, y por medio de ella a todos
los devotos de su Sagrado Corazón:
* Les daré todas las gracias necesarias para su estado de vida.
* Les daré paz a sus familias.
* Las consolaré en todas sus penas.
* Seré su refugio durante la vida y sobre todo a la hora de la muerte.
* Derramaré abundantes bendiciones en todas sus empresas.
* Los pecadores encontrarán en mi Corazón un océano de misericordia.
* Las almas tibias se volverán fervorosas.
* Las almas fervorosas harán rápidos progresos en la perfección.
* Bendeciré las casas donde mi imagen sea expuesta y venerada.
* Otorgaré a aquellos que se ocupan de la salvación de las almas el don de mover
los corazones más endurecidos.
* Grabaré para siempre en mi Corazón los nombres de aquellos que propaguen esta
devoción.
* Yo te prometo, en la excesiva misericordia de mi Corazón, que su amor
omnipotente concederá a todos aquellos que comulguen nueve Primeros Viernes de
mes seguidos, la gracia de la penitencia final: No morirán en desgracia mía, ni sin
recibir sus Sacramentos, y mi Corazón divino será su refugio en aquél último
momento.
Corazón de Jesús, Hijo del Padre eterno; Corazón de Jesús, formado por el Espíritu
Santo en el seno de la Virgen Madre; Corazón de Jesús, unido sustancialmente al
Verbo de Dios; Corazón de Jesús, en quien residen todos los tesoros de la sabiduría
y de la ciencia, ¡ten piedad de nosotros!