VA DE FÁBULA
Por Padre Pedrojosé Ynaraja
Antes de continuar, quiero remachar el clavo. Al establecerse la relación
matrimonial, sea social o eclesialmente, se instaura un compromiso de
consecuencias jurídicas, de aquí que algunos no quieran casarse, ya que piensan o
dicen, que no pueden comprometerse para toda la vida con una persona que puede
cambiar de costumbres, aspecto físico o criterios de vida. A este respecto quiero
referirme a una respuesta que daba el Papa en el recién encuentro de Milán. Lo
seguí por TV, pero recojo ahora una crnica. “Una pareja de novios de Madagascar
que cursa estudios universitarios en Italia manifest su temor ante el “para
siempre” que implica el matrimonio. El Papa seal que el enamoramiento, como
sentimiento que es, no permanece para siempre. “El sentimiento del amor ha de
ser purificado, debe recorrer un camino de discernimiento, esto es, deben entrar en
juego también la razn y la voluntad. (…) En el rito del matrimonio, la Iglesia no
pregunta: '¿Estás enamorado'?, sino: '¿Quieres, estás decidido?'. El enamoramiento
ha de transformarse en verdadero amor por medio de la voluntad y la razón, a lo
largo de un camino, el noviazgo, (…) de forma que realmente toda la persona, con
todas sus capacidades, con el discernimiento de la razón y la fuerza de voluntad,
diga: 'Sí, esta es mi vida'”. También son importantes la comunión de vida con los
demás, con los amigos, la Iglesia, la fe, con Dios mismo.
La amistad es otra cosa. Dicho en geometría: enamoramiento y amistad son
conjuntos secantes. Hace años una chica me decía respecto a un compañero: no sé
si soy amiga porque estoy enamorada, o estoy enamorada porque soy su amiga.
Las palabras del Papa son acertada respuesta a lo que plantean los que dicen que
no pueden comprometerse para siempre. Con frecuencia digo yo: el matrimonio
celebrado en la Iglesia, es para los cristianos. Vida matrimonial sin vida de oración
y sacramental, es utopía.
Vuelvo al principio. Como consecuencia de un fortuito encuentro, se establece un
diálogo y unas simpatías que auguran su continuación. Llega la despedida, se
intercambian números de teléfono y e-mail. Queda uno maravillado y esperanzado,
cree ingenuamente, que ha germinado una nueva amistad. Lamenta más tarde
experimentar el silencio y darse cuenta de que al otro, tal vez le han hablado o tal
vez ha reflexionado con perspicacia y, sin ofrecer explicaciones, sufre la ausencia
de una imaginada buena relación personal. Es difícil aceptarlo y continuar viviendo,
dispuesto a comenzar de nuevo con inocente esperanza.
En el mundo de la fábula, leíamos de pequeños aquella de Iriarte, la de los galgos y
podencos. Resumo. En la boca de la madriguera está un conejo, llega otro
asustado. Le cuenta que le persiguen unos galgos, el otro le advierte que se
equivoca, que se trata de podencos. Se enfrascan en discusión, defendiendo cada
uno su opinión. Están en estas, cuando llegan los perros y dan buena partida de los
dos conejos.
Nuestra actualidad urge y exige la evangelización. Nuestro entorno sufre carencia
de ilusión, de proyectos, de relaciones personales de calidad. Nuestro deber es
comunicarles que Cristo está al alcance del que lo busca. Que, a diferencia de
tantos estamentos que prometen, pero no cumplen, Él no decepciona, ni traiciona.
La Fe cristiana es relación personal y enriquecedora con Jesús. Contagiarla es difícil
y costoso. Prefieren algunos, demasiados, convertirse en censores. Desde su PC,
proclaman las equivocaciones de los demás. Afinan microscópicamente los detalles
de su ideología cristiana, las desviaciones de los jerarcas. Uno recuerda las
campañas comerciales de los detergentes. Blanco, más blanco, blanquísimo… Y
mientras estos teólogos de laboratorio se entretienen en someter las ideas y
quehaceres de los demás a exigentes análisis, el pueblo sediento de felicidad,
fallece de caquexia espiritual.